domingo, 4 de mayo de 2014

El rincón del escritor: Pilar Cabero nos presenta El destino también juega

Ficha del libro

Francia, 1722. Desde que sufriera el accidente por elque se lo licenció del ejército, Gaston Bonnet se dedica
a cazar delincuentes, mientras ahorra para terminarde pagar y dejar en condiciones el caserón que compró años antes en su Auvernia natal.

Émilie Laforet, una joven del lugar, ha rechazado a su último pretendiente.
Su padre le da un ultimátum: o se casa con el hijo de un amigo, que vive en Pamplona, o toma los hábitos.
Émilie termina aceptando la boda. Puesto que los caminos están llenos de salteadores, el coronel Laforet
contrata a Gaston para que les acompañe. Pese a que el viaje no presenta dificultades, Émilie terminará complicándolo y Gaston deberá protegerla hasta llegar a Pamplona. Pero ¿quién los protegerá de los juegos del destino?







Los personajes nos hablan de la novela:

Buen día. Mi nombre es Gastón Bonnet; a vuestro servicio.
Muchos os dirán que soy un pícaro seductor y no os mentirían, pero soy algo más que eso. No niego que me gusten las mujeres. Todas son maravillosas. Rectifico: No todas lo son. La señorita Laforet no se encuentra en esa categoría. Sí, es atenta y amable con todo el mundo. Con todos, menos conmigo. Y eso hace que me esmere en provocarla lo más posible. Me encanta verla sonrojar.
Esa joven da muchos problemas. No me extraña que su padre le haya buscado un marido a más de cien leguas de aquí. Quienquiera que sea su prometido, terminará volviéndose loco.
Pese a todo, debo reconocer que es digna de admirar con ese pelo ondulado y brillante, del color del nogal pulido, y esos ojos grises, como nubes tormentosas. Tengo grabado en mi mente el instante en que vi su hermosa cara de duende curioso entre las altas hierbas. Yo acababa de darme un fantástico revolcón con una moza del pueblo y ella… ella lo había presenciado todo.

***

Mi nombre es Émilie Laforet. No sé qué os habrá contado ese “picaflor” capitán Bonnet, pero desde que apareció en mi vida, todo ha ido de mal en peor. Primero lo encontré retozando en la hierba con la hija del carnicero, luego mi padre le vendió la casona que iba a ser parte de mi dote.
Por su culpa he rechazado a todos los pretendientes. Pero es que, en comparación con su atractivo cuerpo, su pelo rubio y esos ojos verdes llenos de promesas y picardía, los demás salen perjudicados.
Ni siquiera el mal humor que arrastra desde el accidente que le lisió la rodilla derecha, ha conseguido mitigar mi atracción por él. Él no es hombre que se case, lo sé; sin embargo, me muero de celos cada vez que lo veo seducir a todas las mujeres que se encuentra a su paso.
Mi padre se ha cansado de mi soltería y me ha prometido con el hijo de su amigo que vive en Pamplona; si no me caso, me encerrará en el convento de Le Puy. Como las cosas aún pueden empeorar, el capitán Bonnet es el encargado de velar por mi seguridad durante todo el viaje.
Comprenderéis que intentara poner trabas a esta locura. Lo que nunca pensé era que… ¡Santa madre de Dios! Ahora el capitán me odia y, lo peor de todo: me lo merezco.


Una escena que abra el apetito:

          Montbonnet, Francia, 1720
          La tarde invitaba a dar un paseo por el prado, bajo un sol que coronaba el cielo azul del otoño. El heno había sido recogido y guardado en los almiares. Émilie Laforet se dirigió a la única parcela que aún mantenía la hierba alta entre los campos segados circundantes. Como las últimas lluvias habían estropeado las flores del jardín de su madre, iba a buscar flores silvestres con que adornar su dormitorio.
          Se adentró en el campo caminando entre los altos tallos, que le llegaban casi hasta la cintura y se mecían con la brisa, formando olas de tonos ocres, verdes y dorados. Recogió algunas espigas de avena que habían crecido de forma espontánea en aquella tierra abandonada.
          El relincho de un caballo la alertó. No esperaba ver a nadie por aquel lugar. El animal pastaba, ajeno al sol inclemente que caía sobre su cabeza. Debió de considerar que ella no presentaba ninguna amenaza, pues siguió rumiando la hierba con tranquilidad.
          Era un caballo de guerra, alto y fuerte, de pelo rojizo; puesto que estaba ensillado, Émilie dedujo que su dueño no andaría muy lejos. Miró alrededor por si lo veía, pero al no encontrar a nadie frunció el entrecejo con suspicacia, dispuesta a dar la vuelta y dejar las flores para otro momento. Unos gemidos la detuvieron. ¿Podía estar herido el dueño del caballo?
          Sin darse cuenta ya había avanzado unos pasos en dirección a aquellos quejidos, que aumentaban de volumen. Un murmullo volvió a detenerla y una risa sofocada la impelió a agacharse entre las altas hierbas, para avanzar sin ser vista.
          Era una pareja, tumbada en el heno. Desde su posición, Émilie solo podía ver a un hombre con las nalgas al aire, que se mecía entre las piernas desnudas de una mujer.
          El sonrojo le cubrió la cara al comprender qué estaban haciendo. Debía marcharse de allí antes de que la vieran. Era lo más adecuado. Pero la curiosidad venció al recato y permaneció agazapada, con el corazón retumbando en el pecho a un ritmo cada vez más acelerado, mientras observaba el vaivén de aquel trasero.
          Nunca había presenciado algo así. Se sentía extrañamente acalorada y seducida por aquella visión. Se fijó en el hombre; era alto y rubio. Su cabello brillaba con mechones de distintas tonalidades doradas; largo hasta los hombros y liso como la crin de su caballo.
          Era un soldado; su casaca, su sombrero y el cinturón con la espada descansaban en el suelo, no muy lejos de los amantes. No se había desnudado, salvo por los calzones; los llevaba enrollados a la altura de las rodillas, dejando ver las nalgas y las piernas musculosas, que contrastaban con la blandura de las piernas expuestas de la mujer.
          La reconoció enseguida. Era la hija del carnicero. Llevaba la casaca desabrochada y sus orondos pechos, expuestos, se sacudían con cada embestida que recibía. Le vio llevarse uno a la boca y lamer el pezón como un dulce manjar.
          Émilie inhaló, sobresaltada por sensaciones extrañas y debilitantes que la estremecieron entera. Sus propios pezones se irguieron como buscando atención, al tiempo que un latido convulsionaba su bajo vientre. Se llevó la mano a la boca para apagar cualquier sonido que pudiera escapar de ella. Debía marcharse de allí antes de que terminaran y la descubrieran.
          Reacia a apartar la mirada de aquella boca y de aquella lengua que jugaba con el pecho de la joven, se mantuvo agachada, con el corazón palpitante y el cuerpo dolorido por el deseo recién descubierto.
          El gemido de la mujer rasgó el aire, seguido por el gruñido del soldado, que se apartó de ella y quedó boca arriba, respirando con rapidez.
          Émilie no pudo evitar un jadeo cuando vio el apéndice que sobresalía orgulloso entre las piernas del hombre. Se tapó la boca con la mano, pero el soldado ya la había oído y empuñaba la espada con aire fiero, al tiempo que se subía el calzón con la otra mano.
          Sus ojos, verdes como los campos en primavera, se clavaron en ella; al reconocer que era una mujer se arrugaron en las comisuras, al tiempo que se le formaban un par de hoyuelos en las mejillas.
          «¡Santo Dios, qué guapo es!», pensó Émilie, antes de echar a correr con las faldas remangadas hasta las rodillas.

Las carcajadas de él la persiguieron hasta que dejó muy atrás el campo sin segar.



Desde LecturAdictiva damos las gracias a Pilar Cabero por inaugurar este espacio.












19 comentarios:

  1. Gracias, muy interesante nos da información sobre el libro.

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  2. ¡Muchas gracias a vosotras por darme esta oportunidad!
    Un beso enorme y feliz lectura,

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  3. Que curiosa presentación. Ahinnssss me ha encantado ;)

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  4. Muy buena presentación, estoy deseando leer el libro.

    Saludos.

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  5. Original!!! la presentación desde los dos puntos de vista, me ha parecido genial!!!
    Tal para cual!!!
    ;-P

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  6. Me ha encantado la presentación, sobre todo por poder leer los dos puntos de vista. Es un género que me gusta mucho, así que espero poder leerlo!

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  7. Me ha gustado mucho la presentación , desde los dos puntos de vista, me gustaría leerlo.

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  8. Me apetece mucho leer, otro libro de Pilar Cabero, se que me gustará, como me han gustado sus anteriores.
    Gracias por esta agradable presentación.

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  9. me ha encantado la forma de presentar el libro, super original y estoy deseando leerlo.
    muchisimas gracias a la autora por su forma de ver las cosas, desde luego me ha encantado.

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  10. Me ha gustado mucho la presentación de los dos personajes y saber que es lo que piensa cada uno del otro, la escena buenisima. Muchas gracias Pilar Cabero. Besines

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  11. Muy buena presentación, de lo más original.
    Gracias a Pilar Cabero y a Lecturadictiva.

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  12. Muy buena la presentacion y original... Gracias a la autora, Pilar Cabero y a Lecturadictiva

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  13. Nunca había leido una presentación tan singular. Enhobuena Pilar y gracias por la oportunidad de participar en el concurso

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  14. no he leído nada de la autora, es más al leer la sinopsis veo pamplona y me tiemblan las carnes, todo el que me conoce sabe que histórica-España y yo no nos llevamos bien, pero como también veo que aparece Francia,estoy pensando en darle una oportunidad a ver que tal, además los protagonistas me llaman bastante la atención jeje

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  15. Muy buena presentación, al libro le tengo muchas ganas porque me encanta como escribe esta autora.
    Un beso

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  16. Muchísimas gracias por una presentación tan original y por una novela que promete, como todo lo de Pilar.

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  17. Es una presentación estupenda, de una persona maravillosa.
    Estoy deseando leerla. :)

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  18. Un libro precioso, el primero que leí de esta autora, me llamó la atención el tema del camino de Santiago y me cayó alguna que otra lagrimilla

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  19. jA JA JA, me ha encantado la presentación, tanto de los personajes, como del fragmento para abrir el apetito. Ya tengo esperando el libro en mi estantería, esperando el momento de hincarle el diente. Muchas gracias por esta divertida presentación.

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