domingo, 7 de mayo de 2017

El rincón del escritor: Alba de Tapia nos presenta el Antifaz negro

¿A quién no le gusta imaginarse como la protagonista de los libros que lee? Yo no lo puedo evitar. Por eso decidí que esta vez me metería de lleno en la historia convirtiéndome en la protagonista, y de ese modo también todos los que se aventuraran a leerla  me conocerían un poco más. Recorrí con mi mente los lugares a los que me gustaría ir e hice que Tiffany y Zafitán vivieran una intensa historia por diversos lugares del mundo. Y ahora yo te invito a que los acompañes en un viaje lleno de misterios y pasión y los conozcas.

Sinopsis

Tiffany es una joven escritora con un carácter que la lleva a aparentar una fortaleza que nada tiene que ver con la realidad. Ante la imperiosa necesidad de desconectar para encontrarse consigo misma, se aísla en la casa que posee frente al lago en una de las islas más tranquilas de Toronto. Lo que no sabe, es que nada será pacífico en aquel trozo de tierra cubierto de vegetación.

Un enigmático hombre escondido tras un antifaz negro, sorprende a la protagonista cuando esta se dirige a su casa tras un paseo por el embarcadero. Rodeado de un halo de misterio, aquel hombre se colará en la vida de Tiffany sin pedir permiso, atemorizándola y encendiéndola a partes iguales.


Un viaje inesperado pondrá tierra de por medio entre la escritora y el enigmático hombre del antifaz. Misterio, pasión y secretos, envuelven a esta historia en la que nada es lo que parece.

Ficha del libro



Los personajes nos hablan de la novela:


Todos me conocen como Zafitán, aunque ya intuiréis que ese no es mi nombre. ¿Que cómo me llamo? Eso es algo que nunca he revelado a nadie. Si preguntáis por mí muchos dirán que soy una persona muy enigmática, y quizá no se equivoquen. No es algo que haga a propósito, creo que nací con esa cualidad y las circunstancias de la vida la han potenciado. Por ese motivo no os diré lo que esperáis saber de mí, no os contaré quién soy pero si os puedo decir lo que no soy: no soy conformista, no me rindo ante los obstáculos que se me cruzan en el camino. Ante ninguno. Ni siquiera ante ella.

Tiffany no es como ninguna de las mujeres que he conocido. Tiene algo que cautiva desde el primer instante en que la ves, os lo puedo asegurar. Cuando sus ojos se encontraron con los míos en aquel lago perdido en una de las islas más tranquilas de Toronto creí que estaba soñando. Su larga melena se difuminaba en la noche y sus intensos ojos azules brillaban en la oscuridad. Es tan bonita que no podía dejar de mirarla. Pero ella se asustó y yo, temiendo que se hiciese una idea equivocada de mí, huí escondiéndome entre los árboles del bosque, dejándola sola.

***


Me llamo Tiffany Dueñas y soy escritora. Mis padres migraron durante años buscando un empleo con el que poder vivir y las aventuras que corrieron fueron los cuentos con los que crecí. Supongo que eso aviva la imaginación de cualquiera. Yo quería escribir historias como las que ellos vivieron y así empecé. Ahora me consideran una de las escritoras más famosas de Toronto, y aunque jamás podría decir que no me gusta que mis libros lleguen a tantas personas, a veces me sobrepasa. A mis veintiocho años tengo más de lo que cualquier persona podría desear, pero también más presión de la que puedo aguantar. Por eso mi casa del lago se ha convertido en mi pequeño refugio. Y ahí apareció él.

No sé si os habrá contado lo loca que es capaz de volverme con sus misterios. Zafitán es la persona con más secretos que he conocido. Es desconcertante y algunas veces incluso irritante. De sus labios jamás escucharás una respuesta a preguntas tan sencillas como «¿por qué no te quitas el antifaz?». Esa máscara es un elemento que parece ser una extensión de su cuerpo. Pero cuando te encuentras con sus ojos, esa mezcla de gris y verde, te olvidas de todo. Tiene ese poder, el de hacer que todo desaparezca con solo enlazar su mirada con la mía. Y yo, una mujer racional hasta la médula, me pierdo en él. ¡Qué diablos, solo se vive una vez! 

Una escena que abra el apetito:


Ya, claro, eso me lo imagino. ¿No me puedes decir algo que yo no sepa?
Que eres preciosa ―le contestó de un modo tan directo, entrelazando su mirada con la de ella, que no pudo evitar ruborizarse―. Y más aún cuando logro hacerte sonrojar.
Tiffany creyó que ardería en llamas en cualquier momento. Su corazón latía a una velocidad desorbitada y en su garganta un nudo le impedía tragar. Se sentía sofocada y la culpa la tenía aquel hombre de enigmática y penetrante mirada verdosa capaz de irritarla y enloquecerla al mismo tiempo. ¿Cómo? No tenía ni idea, pero lo hacía.
Sus ojos se desviaron hacia su boca, esos labios carnosos que se moría de ganas de probar, y esa vez decidió no pensar. Cayó a la maldita voz que le gritaba que estaba como una puta cabra y se lanzó a por esos labios que la estaban llamando desde que lo vio bajar de la limusina.
Sorprendido, Zafitán tardo unos segundos en responder al beso y cuando lo hizo ella creyó que se consumiría por completo. Tiffany esperó que su reacción fuese tierna pero nada más lejos de la realidad. Se había dado cuenta de que con él nada se hacía a medias tintas y no iba a ser diferente cuando se trataba de un beso. Empezó siendo tan salvaje y pasional que creyó que podría correrse solo con sus labios sobre los de ella. Su lengua jugaba en su boca, recorriendo cada rincón como si no hubiese un mañana y Tiffany no se amilanó. Entrelazó su lengua con la de él y se retaron en un juego en el que ninguno cedía y le daba el poder al otro.
Agitados, se separaron sin dejar de mirarse a los ojos, como si estos pudiesen decirse lo que no eran capaces de pronunciar.
Yo… ―titubeó al darse cuenta de lo que había hecho. ¿Esa era ella o estaba poseída por alguna clase de tarada?
No digas nada, por favor. No lo estropees.
¿Por qué crees que lo haría? ―preguntó sorprendida por lo que acababa de decir.
¿Acaso no lo haces? ―supuso que debió de ver que no lo entendía y se apresuró en aclararle a qué se refería―. ¿No te arrepientes?
No comprendía cómo era capaz de interpretar tan bien sus expresiones sin apenas conocerse. Ella necesitaba largas horas de meditación para sacar una pequeña conclusión sobre cualquier aspecto de Zafitán, y sin embargo él era capaz de leerla con una facilidad que la impresionaba. Él debía de haber visto en algún momento lo tremendamente racional que era y supondría que en aquel momento estaría lamentándose por haberse dejado llevar, lo cual en cualquier otra situación sería cierto. Pero para su sorpresa, esa vez no. No entendía cómo había pasado, cómo lograba no racionalizar lo que ocurría, y eso la hizo sonreír.
No, no lo hago ―le respondió con una amplia sonrisa, la cual fue seguida por la de él.
Eres una mujer llena de sorpresas, Tiffany.
Ella creyó que se desmayaría en cualquier momento. Su nombre completo saliendo de aquellos apetecibles labios la licuaba. Nunca imaginó que escuchar cada letra podría llevarla a aquella sensación de éxtasis como la que estaba experimentando. Siempre había preferido que la llamasen Fany y acababa de descubrir que si era pronunciado por aquella erótica voz cargada de sensualidad su nombre completo sonaba a canto celestial. 

Desde LecturAdictiva damos las gracias a Alba de Tapia por la presentación.

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