domingo, 1 de noviembre de 2015

El rincón del escritor: Regina Román nos presenta La cripta del Ángel

Ficha del libro


Martin Forrester lleva toda la vida buscando a la mujer de la que se enamoró hace 16 años.
Will Bass alimenta un resentimiento oscuro que clama venganza.
Anna persigue inútilmente a su único amor. 
Stella cubre con pinceles y color su terrible soledad.
Y Nina… Nina paga con sangre sus pecados.
Todos unidos por los terribles acontecimientos del pasado, demasiado ciegos, mientras un asesino apodado "El carnicero de Tribeca" siembra de cadáveres los puentes de Manhattan.












Los personajes nos hablan de la novela: 


MARTÍN:  Soy abogado en Manhattan y aunque me consideran "rompecorazones sin alma" tengo mis razones para pasar por la vida de muchas chicas sin querer dejar huella. Alguien robó la mía hace 16 años, mi alma, que sigue marcada por esa mujer que conocí y a quien no he vuelto a ver. De repente, todo se precipita, mi familia parece rodearse de misterios y esa enigmática amante inolvidable...

***

NINA: No entrarás en el Reino de los Cielos si eres una pecadora, me digo. Tu destino es la tierra, el dolor, el sufrimiento. Tu condena, no enamorarte jamás. ¿Cuál es la suya? ¿Qué puede comprometer el destino del hombre que me ama? Si mi amor es su muerte quizá sea mejor huir.

***


WILL: Ni rastro del chico que fui, salvo en mi interior. Resentido, gruñón, solitario y herido. El paso del tiempo no ha hecho sino acrecentar mis cuentas pendientes. Vuelvo a Manhattan, pero no es solo trabajo lo que me atrae: la venganza es un plato que se sirve helado.

***

STELLA: Soy la niña pintora que creció y se convirtió en mujer. Sola, única superviviente de una familia tocada por la desgracia, todavía ligada emocionalmente a mi hermano mayor y aún demasiado vulnerable para enfrentarme a ciertas cosas.

***

ANNA: No es un pecado vivir enamorada. Con solo 16 años, conocí a Martín y él se convirtió en mi custodio. Ese lazo perdura porque no estoy, ni mucho menos, dispuesta a dejar de intentarlo. Cerca de él, siempre alerta, dulce, rendida, sufriendo en silencio. No entiendo por qué otras mujeres se dan el lujo de rechazarlo. Yo por Martin daría la vida. Sin pensarlo.

***

VALERIA: Para ser considerada "La Madame entre las Madames" siendo oriental, debes gobernar tu local con puño de acero. La Cripta es un club selecto, lujoso, sofisticado, que te incita a pecar, te empuja más allá de tus límites conocidos. Por una pequeña fortuna, guardaremos tus peores secretos bajo llave. ¿Vas a resistirte a entrar?



Una escena que abra el apetito:

La muñeca se desperezaba sumergida en el brebaje, estiraba sus torneadas piernas y hacía bailotear los finos dedos de sus manos sin mirar a nadie, absorta en la sugerente música de fondo, persiguiendo el compás de su melodía con sinuosos arqueos de espalda, que convertían sus redondos pechos en focos de atención de primera fila. Seguramente, sabiéndose admirada. Su espesa melena oscura tapaba parcialmente las hermosas facciones del rostro, su hombro y su brazo tatuados. De repente, armonizando con un giro de la música, volteó la cabeza y los miró. Directa y fijamente. Y aquel contacto visual se convirtió, para Martin, en un puñetazo de demoledora electricidad.
Su cerebro, su cuerpo entero y su existencia, sufrieron una brutal sacudida ante la ráfaga verde que lo capturó en su barrido letal. Aquellos ojos narcóticos, iluminados desde el interior, le eran tan familiares… Había soñado con ellos mil veces, despierto hasta acabar la madrugada, sudoroso y empalmado recorriendo por enésima vez en sus fantasías congeladas la sedosa piel de su espalda… Habría dado cualquier cosa con tal de volver a tenerla.
Mas encontrarla por sorpresa dentro de una copa gigante de champán andaba fuera de todo cálculo de probabilidades. Sus expectativas colmadas por puro azar. A Martin se le escapó un jadeo inaudible.
—Nina…
—Coño, menuda hembra —ladraba Tom en ese instante—. ¿Os cuento lo que haría con ella si me dejasen sacarla de las putas burbujas?
Martin no prestaba atención. Ni a las porno-fantasías del enrojecido Tom, ni a los chistes sobre las tetas de la bailarina que se sucedieron a continuación. La blanca piel de nácar de Nina, tatuada de arriba abajo en el flanco derecho de su cuerpo, su ondulante cabello cubriendo parcialmente el bello rostro, su enigmática sonrisa, lo habían atrapado con tanta virulencia como dieciséis años atrás.
El destino volvía a unirlos.
Todo lo tangible alrededor, se difuminó en un borrón confuso. Los cinco sentidos del hombre, puestos, enganchados de la tenue figura que se removía al compás de la canción. Una voz metálica y misteriosa, la de Gotye, que desgranaba su “Somebody I used to know”.
Nina no dio muestras de reconocerlo.
Las curvas adolescentes que Martin guardaba en su memoria habían dejado paso al voluptuoso volumen de unos atrayentes pechos, de unas caderas redondas y deseables, de un vientre delicadamente combado. En el mapa de su piel etérea, la cascada de azabache que era su melena destacaba aún más. Martin salió de su ensoñación con la brusquedad que acompaña a un manotazo en la espalda.
—¡Vaya, si parece que a nuestro hombre de hielo se le humedece la bragueta! —Alex reía ruidoso, molesto. A regañadientes Martin apartó la mirada de Nina y reparó en su evidente erección. Joder, no esperaba ser tan transparente. Por lo visto, la frustración de un capricho incumplido durante dieciséis años había decidido amontonarse de golpe en su entrepierna. Se ruborizó hasta la raíz del cabello—. Te ha gustado la morena, ¿eh?
“Somebody I used to know…”
Ignoró el eco de las estúpidas risotadas cercándolo.
—Sé de uno que se va a pajear a base de bien esta noche…
La buscó de nuevo. Con ansiedad. Pero la copa estaba vacía. Solo unos segundos de desatención y la divina mujer se había evaporado como un hada, mostrándole a las claras que con ella no cabían las medias tintas y que si la pretendía, tendría que entregarse por entero y sin condiciones. Que si la agraviaba, desaparecería. Tan simple. Tan terrible.
Nina era la palabra “lujuria” hecha carne, el sexo con muchas más letras. Martin supo que pagaría un alto precio por desearla de aquel modo desesperado, casi inhumano. Como si en su presencia, la fascinación mutase en un olor fuerte que podía percibirse, palparse, sin dificultad. Algo denso, sólido, envolvente. Peligroso.




Desde LecturAdictiva damos las gracias a Regina Roman por la presentación.

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