Ficha del libro |
Sin embargo, la familia de Sara no se lo pone nada fácil a la pareja, sobre todo su padre, un rico industrial que la presiona para que se case con su vecino Emilio, la joven promesa de un nuevo partido neoliberal, quien la recibe con los brazos abiertos cuando Eloy mete la pata. Pero Eloy no se rinde e intenta liberar a Sara de un destino peor que la muerte: una vida aburrida y convencional.
Nota de la autora:
Creo que una buena manera de presentar la novela es compartir con vosotr@s los agradecimientos, que dicen así:
Esta novela es un homenaje.
A todos los que han dedicado sus vidas al bien común de la humanidad, sin importarles que otros se quedaran con las patentes, las fortunas y la fama que deberían haber disfrutado en vida.
A Tesla, por sus inventos y avances en los campos del electromagnetismo, la comunicación inalámbrica, la corriente alterna, la robótica y muchos otros de los que hoy disfrutamos sin darnos cuenta. Y, sobre todo, por molar tanto.
A Monturiol, por creer que una nueva sociedad igualitaria icariana era posible y por crear el submarino Ictíneo a pesar de todas las trabas con las que topó. Y la kafkiana burocracia del siglo XIX no tuvo que ser moco de pavo.
A Jonas Edward Salk y a todos los investigadores que no han patentado sus vacunas y medicamentos.
A todos los que, a pesar de mis dedicatorias, se compran mis libros y no los piratean. Gracias, mil gracias, vuestra sierva eterna.
Y a todos los frikis, los vocacionales y los de verdad: los que darían cualquier cosa por dejar de serlo.
Los personajes nos hablan de la novela:
¡Gracias a Tesla, al Doctor Who y al maestro Yoda! ¡Gracias a Gandalf, a Dumbledore y al doctor Frank-N-Furter! Gracias por crear a la mujer perfecta. Es pelirroja natural, clavadita a Ygritte, y sus ojos verdes transmiten el fuego de las mujeres salvajes del norte. Y si ha venido a una feria steampunk, no se asustará si le hablo. O si le presento a mis amigos. Los quiero mucho; hemos montado una empresa de videojuegos juntos, trabajamos y vemos series juntos… pero todas las chicas con las que he salido se asustan cuando los conocen. Algo me dice que esta diosa pelirroja será distinta. Voy a hablarle. ¿Qué puede pasar?
***
Sara:
¡Qué buena idea ha tenido Héctor trayéndome a la feria Steampunk! Estoy harta de las fiestas de mi madre y del pesado de mi padre. ¡Qué manía con que me case con Emilio, el hijo de los vecinos, para unir las dos empresas! ¿Quién se ha pensado que es, Tywin Lannister? Acabo de volver de Londres y tengo un master en programación, ¡por el amor de Dios! No necesito a ningún hombre que me mantenga. Estoy perfectamente sola. Si algún día salgo con un chico será porque encuentre a una persona que me haga vibrar, que me encienda por dentro, que me… ¡Alguien justo como ese capitán steampunk! ¡Qué alto, qué hombros! ¡Y tiene el pelo largo! No me imagino a Emilio con melena, pufff. ¿Cómo? ¿Me está hablando a mí?
Una escena que abra el apetito:
—Tú no eres «una chica», Sara. Tú eres mucho más. Eres una diosa pelirroja. Una mujer inteligente. Espero que seas mi amiga, pero también mi compañera de aventuras. Y, por supuesto, espero que seas mi amante. Porque te aseguro que una parte de mí está mucho más grande por dentro que cuando entramos aquí… y no es mi corazón.
Sara no pudo aguantarse la risa pero, cuando dejó de reír, alargó la mano hacia él.
—Estoy lista, señor del tiempo. Llévame adonde quieras.
Eloy tiró de ella y la acercó a la mesa de operaciones. La levantó sin esfuerzo y le sentó. Sin apartar las manos de su cintura, la besó en la frente, en la nariz y finalmente en los labios.
—Otro día besaré todas las pecas de tu preciosa cara.
—Pero, por suerte, hoy no es ese día —replicó Sara—. Ven aquí, doctor. Tú tendrás todo el tiempo del mundo, pero yo no puedo esperar más. Llevo deseando hacer esto desde que te vi en la feria steampunk —añadió, levantándole la camiseta de Juego de Tronos, en la que Tyrion Lannister afirmaba que un hombre pequeño puede proyectar una sombra muy alargada.
Eloy acabó de quitársela y la lanzó por los aires mientras Sara lo miraba mordiéndose el labio inferior.
—Mmm —murmuró Sara, acariciándole el torso—. Músculos de acero valirio.
—Mmm —replicó él, en el mismo tono sugerente, mientras le desabrochaba lentamente la camisa y le acariciaba los pechos por encima del sujetador—, suave como la seda del vestido de la reina Amidala.
Desde LecturAdictiva damos las gracias a Norma Estrella por la presentación.
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