domingo, 5 de julio de 2015

El rincón del escritor: Olivia Ardey nos presenta Si te quedas en Escocia

Ficha del libro
Carol Coleman y lord James MacLeod saben que se la juegan. Ella puede perder el trabajo de su vida, él, parte del legado familiar, una pieza de arte única de gran valor sentimental. Ambos serán duros rivales en una subasta. Carol confía plenamente en sus nervios de acero para conseguir otro éxito profesional y adquirirla para su galería, pero el irresistible y persuasivo Mac, le pondrá las cosas muy difíciles... ¿Estarán dispuestos a renunciar a lo que más les importa por amor? Un engaño inocente, los secretos de Mac, el regreso inesperado del pasado de Carol y el recuerdo de unos hechos sucedidos durante la Navidad de 1914, pondrán en riesgo la firmeza de sus sentimientos. Que la fuerza del amor y la magia de Escocia les acompañen.

Introducción de la autora:

¿Quién no ha soñado alguna vez con viajar a Escocia? Yo sí, muchas veces. Me muero de ganas por visitar esa tierra verde de inmensos prados, colinas que rozan el cielo. Un hermoso lugar lleno de de contrastes, paisajes inolvidables y gente acogedora, orgullosa de su historia. Porque, ¿quién no ha soñado también con encontrarse en los brazos de un escocés? Los hombres del kilt tienen un encanto especial, rudos y caballeros a la vez, esa mezcla de valor y honor los hace tremendamente irresistibles. Escribiendo esta novela, he sucumbido al encanto de los hombres del sur, tan irresistibles como los higlanders. Te invito a conocer a lord James MacLeod, un puro escocés de la frontera, viaja junto a él desde Londres a los Borders escoceses y ya me contarás.



Los personajes nos hablan de la novela:

Él es… puro escocés.

Me llamo James MacLeod, voy a evitar el título de lord que precede a mi nombre, porque en realidad
me gusta que me llamen Mac, sólo eso. Mi familia desciende del antiguo clan de los MacLeod de Lewis y nos dedicamos a la explotación agrícola, como cientos de familias escocesas, y al coleccionismo de arte. En esa faceta del negocio familiar es donde yo pongo mi grano de arena y, aunque esté mal decirlo, con bastante éxito. Soy un negociador implacable en las subastas de arte, pieza que quiero, pieza que consigo.
Nunca imaginé que tendría que competir por la partitura Stille Nacht con una chica del otro lado de la frontera escocesa tan… ¿cómo definirla? Implacable como yo. Carol Coleman es una rival dura, aunque desde que compartirmos viaje de vuelta a casa desde Nueva York, empecé a intuir que esa coraza de chica dura en el trabajo esconde un corazón vulnerable en lo personal. Sé que tengo que luchar con ella y la subasta será una guerra a brazo partido, pero aún así, no puedo dejar de ver esos ojos castaños tan llenos de pasión y dulzura cada vez que cierro los míos.

***

Ella es… una chica de Londres.

Mi nombre es Carol Coleman y trabajo como negociadora de piezas de arte para la galería Whits de Londres. No soy nada especial, al menos así me veo yo… Y así de simple debía verme el idiota de mi ex novio que me fue infiel tantas veces que perdí la cuenta. Mis padres, en realidad mi padre y su
segunda mujer, se mudaron a un pueblecito del Valle del Tamesis, así que disfruto yo sola de la casa de la familia en pleno centro de Londres. A decir verdad, la comparto con Dick, un cerebrito de la informática, y con Mari, una enfermera española que vino a la ciudad en busca de un futuro mejor. 
En la próxima subasta de Christie’s tengo que ir a por todas si quiero conservar mi prestigio profesional y mi trabajo en la galería. Pero ya sé que tendré un rival muy duro, un conde escocés que pretende hacerse con la partitura Gruber, a saber por qué. Ya pensaré en ello más adelante, ahora mismo mis pensamientos son todos para el encantador y sexy escocés que va sentado a mi lado en este avión. Se llama Mac, eso me ha dicho, y creo que ese nombre tiene mucho que ver con un tatuaje secreto que estoy deseando en qué parte de su cuerpo se esconde. ¡Dios, mejor dejar la imaginación tranquila! 

Una escena que abra el apetito:

Una escena con kilt escocés y una mano curiosa, Mac para ir abriendo boca…

Carol quería olvidar de una vez a Alan y a Kat. Pero lo había vuelto a ver y eso la retrotrajo a los tiempos en que a él le venía de maravilla su despacho de Edimburgo. Mientras a ella la retenía su trabajo en Londres, el aprovechaba sus viajes semanales para sus infidelidades. Como siguiera recordando esa etapa desagradable, corría el peligro de agriarse la noche. Miró a Mac a los ojos y chasqueó la lengua.
—Sigues preocupado. Parece que venimos a un funeral en lugar de una fiesta.
Él inclinó la cabeza, le acarició el cuello y le dio un beso en el pelo. No le apetecía hablar del asunto, pero fue incapaz de ocultarle el motivo de su tempestuoso estado de ánimo.
—La partitura Gruber no es para mi familia un mero recuerdo sentimental. Hay más, Carol, mucho más. Una deuda pendiente con el pasado, con personas que murieron hace mucho y nadie se preocupo de hacerles justicia —detalló, con expresión preocupada—. ¿Qué más da, ahora que no sabemos en qué manos está? —acabó, sacudiendo la cabeza.
—¿Por qué no me lo cuentas?
—No me apetece hablar de ello —eludió, frustrado.
—¿No habéis sabido quien adquirió la partitura, al final? El hombre que vi en Christie’s no creo que pujara para sí mismo.
—Eso es cosa de mi padre y si de momento, prefiere dejarlo pasar, es decisión suya. Además, yo tengo mucho trabajo y no puedo perder el tiempo jugando a los detectives. Puede que no nos corresponda a nosotros y que conseguir esa partitura sea labor de la siguiente generación de Macleod.
Hizo una pausa para cogerla de la mano y llevarla con él hacia el hueco de la escalera.
—¿Ves esto? —inquirió levantándose el jersey para mostrarle la hebilla del cinturón que sujetaba el kilt.
Carol se fijó mejor. Era un escudo redondo de bronce, formado por una correa con hebilla, enrollada alrededor del sol.
I birn quhil i se —leyó, y lo miró a los ojos—. ¿Es gaélico? No lo entiendo.
Mac asintió, en las Hébridas aún hoy se hablaba mayoritariamente en gaélico escocés.
—“Brilla pero no se quema”, por eso el sol está en el lema de mi clan. ¿Sabes qué significa? Eternidad. No nos extinguiremos jamás, siempre habrá en esta tierra un Macleod de Lewis dispuesto a luchar por lo que es justo. Da igual quién sea el dueño de la partitura Gruber, ya llegará nos llegará el día. Lo único que me importa ahora de esa subasta es que yo la perdí por ti y tú hiciste exactamente lo mismo.
Avanzó un paso, de modo que Carol quedó con la espalda contra la pared y pegada a su cuerpo; sin avisar, Mac la levantó por debajo de las nalgas; ella se abrazó a su cuello.
—Y eso significa —murmuró muy cerca de su boca— que yo te importo tanto como tú me importas a mí.
Cubrió su boca, buscando su lengua con ansia. Carol le acarició la nuca y, cuando se separó para besarla en el cuello, lo dejó hacer. Al sentir sus dientes rozarle la clavícula, le levantó la cara para lamer y mordisquear sus labios, para restregar los suyos en su barba de dos días.
—Tenemos que parar, la gente no deja de bajar por las escaleras.
Carol rió bajito, con el rostro pegado a su cuello.
—Qué pena, ahora que estaba a punto de cumplir una de mis fantasías eróticas —bromeó.

Mac levantó la cabeza de golpe y entornó los ojos, con curiosa diversión. Carol respondió a su muda pregunta acariciando su pierna despacio para levantar el kilt hasta medio muslo. Él le atrapó la mano para detenerla antes de que se lo subiera del todo, con un brillo sensual en la mirada…


Desde LecturAdictiva damos las gracias a Olivia Ardey por la presentación.


2 comentarios:

  1. Gracias por abrirme las puertas de vuestra casa virtual. Besos

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  2. gracias por la presentacion, un libro divertido y entretenido, me encanta como escribe esta autora.

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