Ángeles Ibirika nació en Ugao-Miraballes, un pequeño pueblo cercano a Bilbao y vive en el campo en compañía de su esposo, sus dos hijos y sus perros. Siempre ha trabajado rodeada de libros; en una editorial o regentando su propia librería. Hace pocos años resurgió su inquietud por escribir, cambiando las poesías de su juventud por novelas cargadas de sentimientos. La propia Ángeles dice: «Mi gran reto es emocionar y conquistar la complicidad del lector. Conseguir que se sienta tan unido a los personajes que tras meses de haber cerrado el libro se pregunte qué habrá sido de ellos tras superar tantas calamidades.» Es autora de Entre sueños (2010), galardonada como Mejor debut romántico en El Rincón Romántico y con el Premio Romántica’S como mejor autora revelación española; y Antes y después de odiarte (2011), con la que ganó dos premios Dama. En los sellos Booket ha publicado Donde siempre es otoño y Días de lluvia.
Después de dos largos años por fin veremos su nueva novela: Un refugio en Katmandú, publicada con el sello Planeta.
No os perdáis esta entrevista, que además de conocer un poco más a la autora, podréis descubrir cosas sobre su nueva novela que verá la luz el 2 de junio de 2015.
Podéis obtener más información acerca de ella y sus libros pinchando aquí.
Háblanos
un poco sobre ti:
—¿Nos
podrías contar algún recuerdo o anécdota de tu infancia relacionada con los
libros?
Anécdotas hay muchas. Recuerdos también.
Hay uno que me relaja mucho. Yo, leyendo bajo un árbol, a la orilla del
río. Vivíamos en el campo, y me gustaba
alejarme con un libro, sentarme en la hierba y dejar pasar el tiempo metiéndome
en la historia.
—¿Tienes
alguna otra afición?
En realidad tengo muchas. Me encanta la
fotografía, la jardinería, todo tipo de trabajos manuales. He pintado cuadros,
he tapizado muebles, he construido maquetas enormes para scalextric o warhammer
con montañas, bosques, lagos, castillos, aldeas de preciosas casas medievales…
Tengo un problemilla, y es que con cada cosa que veo y me gusta pienso, “si
esto lo ha hecho alguien, también puedo hacerlo yo”, y me lanzo sin pensarlo
dos veces (risas).
—¿Cómo descubriste la novela
romántica?
Tuve una librería durante 8 años. Entonces descubrí las pequeñas
historias de amor como Arlequín, Jazmín. Me gustaban porque eran cortas y
fáciles de leer en breves ratos libres. Fue mucho después cuando, buscando en
Internet el modo de registrar mis propias historias, me encontré con la Web de
Autoras en la sombra. Allí descubrí las grandes novelas del género romántico.
—¿Cuáles son tus autores favoritos
y qué influencia han tenido en ti?
Si te refieres a género romántico, mi favorita es Lavyrle Spencer. Influencia, ninguna de la
que yo sea consciente. Aunque imagino que es inevitable quedarse con esencias
de lo que vamos leyendo, más aún cuando lo disfrutamos.
—¿Cuál
es tu libro romántico favorito?
Maravilla, de Lavyrle Spencer. Resulta fascinante cómo una
historia sencilla, contada además con sencillez, puede convertirse en algo tan
mágico que provoca tantas sensaciones.
Hablemos
sobre tus comienzos:
—¿Cuándo
decidiste escribir y por qué elegiste el género romántico?
Siempre he escrito. Primero fueron
poesías, y más adelante novelas. Estaban en mi cabeza y decidí escribirlas para
compartirlas y comentarlas con amigas. Fue una experiencia muy divertida y
enriquecedora. Tratar de contentarlas a todas me enseñó mucho.
—¿Qué
sentiste cuando te dijeron que iban a publicarte?
Sorpresa, incredulidad. La emoción llegó
después, cuando asumí que era cierto; que alguien estaba lo bastante loco como
para publicarme (risas)
—¿Te
costó mucho publicar tu primer libro? Cuéntanos como fue el proceso.
Lo cierto es que fue sencillo. Cuando
terminé de escribir Entre sueños pensé en crearme un blog desde el que pudiera
descargarse la novela quien quisiera. Pero el escritor José de la Rosa me
aconsejó que esperara. Que para eso ya tendría tiempo. Que primero presentara
la novela a editoriales. Lo pensé durante meses, hasta que finalmente probé con
las editoriales que me gustaban y funcionó. Ediciones B me respondió con un sí,
y poco después otra de las editoriales me propuso publicarme. Fue todo muy
rápido. Conseguí el sueño sin haber tenido tiempo a soñarlo.
Independientemente
de las ideas que puedan surgir a la hora de escribir y que las historias las
escribas con el corazón, nos gustaría saber si te has formado de alguna manera.
Inicialmente escribía para compartir las
historias con amigas en Internet. Ya había compartido 6 o 7 cuando me enteré de
que comenzaba un taller de escritura romántica, y pensé que, ya que iba a
seguir escribiendo, podía hacer ese taller para descubrir qué cosas hacía mal y
cambiarlas. Mi sorpresa llegó cuando el profesor, José de la Rosa, leyó unas
escenas de la última novela que había escrito y me dijo que no hacía nada mal.
Me felicitó. Reconozco que eso fue lo más importante que conseguí en el taller,
y que me hacía falta. Seguridad en mí misma y en lo que estaba haciendo.
Hablemos
de tu trabajo como escritora:
—¿En qué momento del día escribes? ¿Cómo te organizas?
Escribo por las mañanas, en cuanto me
despierto, y lo hago a mano. Las tardes las dedico a pasarlo todo a Word. Lo de
organizarme ya es otra cuestión. Hay veces que puedo escribir durante todo el
día y otras que no tengo tiempo ni de coger un papel y un lapicero para hacer
la lista de la compra (risas).
—¿Cómo
te documentas?
Internet es un magnífico medio de
documentación, aunque después siempre hay que confirmar cada dato. Por eso
siempre que puedo voy a las fuentes. Eso es algo que parece complicado pero que
es muy sencillo, porque la gente es muy amable. En cuanto les cuentas que te
documentas para escribir una novela se ponen a tu disposición para cualquier
cosa que necesites.
—¿Nos
podrías describir el lugar de trabajo?
¿El de las mañanas o el de las tardes?
(risas). Por las mañanas escribo en el escritorio de mi habitación. Es muy
grande y está junto a la ventana, por la que puedo ver y oler la naturaleza,
además de oír el sonido del riachuelo. Por las tardes es una habitación pequeña
llena de baldas repletas de libros y dos mesas con ordenadores. El techo es
inclinado y la luz llega desde el cielo, a través de una velux.
—¿Cuánto tiempo aproximadamente
tardas en escribir una historia? ¿La editorial te marca alguna pauta?
Mis cuatro
primeras novelas publicadas las escribí en un año. La que está a punto de publicarse
me ha llevado dos, y los motivos han sido unos cuantos y variados. Los
primeros, que lleva muchísima documentación y que quería mimarla especialmente.
En cuanto a la editorial, no me marca ni fechas ni ninguna otra cosa. Escribo
lo que quiero y a mi ritmo.
—¿Cuáles son
las principales dificultades con las que te encuentras cuando escribes un
libro?
Solo una. El tiempo. El tiempo que
debo robar a mi gente, a mis perros, a mis lecturas… A la vida. El resto se
soluciona con constancia y trabajo.
—¿Qué
escena dirías que ha sido más difícil escribir y por qué?
Ninguna ha engendrado más dificultad que las
demás. Lo que sí me ocurre, a veces, es que una escena no me queda como
esperaba. Al leerla veo que he contado lo que quería contar, pero que no tiene
magia, que no emociona. Entonces la elimino y espero uno o dos días para
escribirla de nuevo, porque cuando trato de hacerlo seguido puedo llegar a
bloquearme.
—De todas
tus novelas, ¿con cuál te quedarías y por qué?
Eso es algo imposible de responder. Cada una
de ellas tiene algo especial que para mí la hace única. No puedo elegir una.
—¿En
quién te inspiras a la hora de escribir una historia de amor?
No suelo inspirarme en nadie. Los
personajes nacen y crecen en mi imaginación. Aunque, a veces, terminada la
historia descubro en ellos a alguien que conozco. Por ejemplo Jon, de Entre
sueños, tiene muchísimo de mi hijo Aitor. Y, según mi hija, Beatriz soy yo
(risas).
—¿Está
satisfecha con todos sus libros, o te hubiera gustado perfilar de otra forma
algún personaje, o hacer cambios?
Algo que para mí ha sido primordial
desde el principio, es que quiero sentirme orgullosa de cada novela. Por eso
nunca tengo prisa por terminarlas; les dedico todo el tiempo que cada historia
necesita. Así que, no. No cambiaría nada
de ninguna de ellas.
Hasta ahora todo lo que
has publicado ha sido contemporáneo, ¿te has planteado escribir histórico? ¿Y
otro género que no sea romántica?
Sí, alguna vez me he planteado escribir histórica. De hecho, la primera
novela que escribí y compartí con amigas lo era. Sobre género que no sea romántico,
ya lo hago. Mis dos últimas novelas publicadas son historias de amor pero no de
género romántico.
Tras ver publicada tu
primera novela ¿es más fácil la publicación de las siguientes o implica mucha
más presión?
Ninguna presión. Siempre he escrito lo que he sentido en cada momento.
Aunque, cuando han estado a punto de salir a las librerías sí que me he
preguntado que si gustarían a alguien además de a mí, y he cruzado los veinte dedos
(risas).
Danos
tu opinión:
A día de hoy el género
erótico se ha puesto de moda, ¿qué opinas sobre la cantidad de publicaciones
sobre éste género? ¿Es necesario tanto sexo para escribir una buena novela?
En mi forma de contar las historias no es necesario, incluso estarían de
más esas largas escenas descritas a veces como manuales del Kama Sutra.
Prefiero la emoción que antecede a ese momento en el que tienen relaciones
sexuales y las que sienten en el momento mismo. Y, por supuesto, que eso tenga
un peso en el avance de la historia y no acostarlos porque cada 20 páginas toca
un poco de sexo para no aburrir. Pero entiendo que en una novela erótica son
imprescindibles, o no sería erótica.
—¿Qué opinas acerca de
Amazón y la gran acogida que están teniendo los autores autopublicados?
Desgraciadamente tengo muy poco tiempo para leer y una larguísima lista
de novelas en espera, con lo que todavía no he llegado a Amazon. Pero, aun
dentro de mi desconocimiento en este tema, creo que es muy bueno que los
autores tengamos puertas abiertas para mostrar lo que hacemos. Hay grandísimos
escritores por descubrir.
—¿Qué opinas sobre los
autores masculinos de novela romántica? ¿Has leído alguno? ¿Crees que los
hombres están preparados para escribir este género?
No creo que haya diferencia entre hombres y mujeres a la hora de escribir
una historia de amor. La sensibilidad no es exclusiva de ningún sexo concreto.
He leído preciosas novelas de amor firmadas por hombres, igual que he leído
pésimas firmadas por mujeres.
Hablemos
sobre tu próximo libro:
—¿Nos
puedes adelantar algo? ¿Hay fecha de publicación?
Esta vez me he tomado mi tiempo y la he
cocinado a fuego muy lento, pero el 2 de junio estará ya en las librerías.
—¿Cuál
será el título?
Un refugio en Katmandú. Un título que
tiene mucho que ver con lo que encontraremos entre sus páginas.
—¿Qué personajes hay y cómo son?
Tenemos unos cuantos personajes occidentales, como Matthew y Claudia, que
a pesar de venir de mundos diferentes acabarán enamorándose. Y también nepalíes
entrañables, como el joven Bhim, conductor de rickshaw, que es la lealtad
personificada. O la pequeña Maya, a la que Claudia y su amiga Ruth encontraron en
la calle, durmiendo en el interior de una caja de cartón.
—¿Cómo
te inspiraste para escribirla?
La
historia, como las demás, dejando que un acontecimiento llevara al siguiente,
igual que ocurre en la vida real. La ambientación, contando con la experiencia
de gente que ha estado en Katmandú como voluntarios, ayudando y viviendo como
nepalíes. Hay cosas que solo alguien que haya vivido allí puede transmitirte.
—¿Por
qué elegiste Katmandú para este libro?
La culpable fue mi hija y mi obsesión
por cuidarla (risas). Ella es médica. Durante la carrera preparó, con dos
amigas de Universidad, un viaje a Katmandú como voluntarias. Yo me puse a
buscar en Internet para comprobar si Nepal era un país seguro, si iba a
regresar a casa sana y salva… Y me enamoré de Katmandú, de sus montañas, de sus
gentes. Entonces decidí que escribiría una historia sobre una mujer parecida a
mi hija, aunque, siguiendo mi costumbre, he contado la historia del hombre que
se enamora de ella.
—¿Y
la época en que se desarrolla la
historia?
La época es actual. Actual en un país milenario y mágico. Una mezcla que resulta fascinante. A mí me hechizó mientras me documentaba y volvió a hacerlo mientras la escribía.
—¿Qué
encontrará el lector en Un refugio en Katmandú?
Muchas y diferentes cosas. Una preciosa
y difícil historia de amor entre Claudia, una doctora vasca entregada a los
demás, y Matthew, un famoso jugador de béisbol. Intriga, pues
desde el inicio Matthew oculta a todos su verdadera identidad y el oscuro
motivo que le ha llevado a Katmandú. También está la fascinación de un país
único, con sus calles milenarias, sus templos, sus costumbres o su gastronomía.
La vida rural de los tamang en el techo del mundo. El asombroso y necesario
mundo de la cooperación…
—¿Puedes
compartir alguna escena con nosotras?
Puedo, pero una que sea
pequeñita para que no descubra mucho (risas).
Es una escena en la que Claudia observa
a Matthew desde la ventana de la casa de acogida. Él está en el descampado,
viendo a su amigo y a otros chicos jugar al béisbol.
—¿Qué hace ahí? —preguntó Claudia
arrimada a la ventana.
Había pasado uno de aquellos días
infernales, de largas operaciones a vida o muerte después de haber estado
durante toda la noche atendiendo urgencias. Horas y horas de vigilia y estrés
de los que se recuperaría con una cena temprana y una
noche de sueño. El agotamiento se le notaba en los ojos, en la voz. Las veces
en las que sus esfuerzos habían sido inútiles se le notaba también en al alma.
Porque las horas de trabajo interminable no importaban, y que a veces no fuera
a dormir a casa en dos días tampoco. Importaban tan solo los resultados, y los
de esa jornada eterna no habían sido todo lo buenos que había esperado.
Ruth no necesitó acercarse a la
ventana al oír su pregunta. Ni siquiera se molestó en levantar la vista del
montón de facturas para mirarla a ella.
—Lo mismo de los últimos
atardeceres. Verlos jugar al béisbol. Y eso es lo más cerca de la casa que
últimamente se le puede ver durante casi todo el día.
Claudia no se movió. Desde allí
tenía una buena visión del perfil de Matthew, atento al juego.
—¿Tú crees que le gusta ayudar aquí?
—¿No van las cosas bien con él?
La pregunta le hizo sonreír allí,
pegada al cristal, contemplando lo guapo que estaba con aquellas ropas claras y
flojas en las que desaparecían los bien trabajados músculos que era evidente
que tenía.
—¡Qué tonterías preguntas! —exclamó
con suavidad pero enojada consigo misma—. Es aquí donde deber ir bien. ¿Da
clases, hace los trabajos que le pides, cumple con sus tareas? —Ruth asintió a
pesar de que acababa de repetirle que apenas paraba por la casa—. Pues entonces
todo está bien con él.
—Estás irritable.
Se lo reprochó con una sonrisa
comprensiva que ella ignoró a la vez que se apartaba de la ventana. No era
irritación lo que sentía. O tal vez sí, pero en todo caso sería irritación
consigo misma porque no dejaba de pensar en él. Ni de día ni de noche, ni
dormida ni despierta. De todos los hombres que conocía en aquella ciudad, él
debía ser el único del que jamás debió enamorarse. El único que le destrozaría
el corazón cuando decidiera marcharse para no volver.
—Solo estoy cansada. Ya lo sabes.
—¿Y vas a viajar a
Namrhun?
—Me vendrá bien. Aquello quita el
estrés, y respirar aire puro me limpiará los pulmones del polvo y la polución
de los últimos meses.
—¿Se lo has comentado al americano?
¿Le has dicho que te vas?
—¿Para qué? Seguramente se marche
antes que yo.
—Será porque tú quieres —la oyó
murmurar mientras la veía enfrascarse de nuevo en las facturas que les
asfixiaban buscando el modo de comprar dos viejas cocinas de gas para las dos
últimas familias que habían incluido en sus planes de mejora—. Porque él ni
siquiera sabe a dónde irá después de esto. Demasiadas cosas que no le dejan
dormir. Ha perdido su trabajo...
—¿A qué te refieres?
Ruth levantó la cabeza y abrió mucho
los ojos, expresando sorpresa.
—¿No te lo ha contado?
***
Esperamos
que próximamente participes en El rincón del escritor, donde podrás presentar tu
novela a través de los personajes. Nos gustaría darte una vez más las gracias por compartir tu tiempo con nosotras.
Gracias por la invitación. No dudes que
haré todo lo posible por participar. Un abrazo grandote, grandote.
.
muchas gracias, me ha encantado, no conocia mucho a esta autora pero estoy deseando leer su libro.
ResponderEliminargracias por esta pedazo de entrevista
Muchísimas gracias por esta entrevista. Me ha gustado mucho a pesar de que Ángeles no se ha querido mojar jajajajajajajaja.
ResponderEliminar