domingo, 7 de diciembre de 2014

El rincón del escritor: Nuria Llop nos presenta La joya de mi deseo

 
Ficha del libro


Madrid, 1618. Luisa Estrada, propietaria de una joyería, tiene un problema: es una joven viuda y en el gremio de joyeros no se admite la entrada a las mujeres. Una de sus clientas habituales, Catalina de Velasco, le propone casarse de nuevo, pero… ¿sería correcto abandonar el luto? ¿Y sin estar enamorada? Según Catalina, en esos asuntos más vale guiarse por el sentido común. ¿Y qué es el matrimonio sino un contrato?
Álvaro Villanueva, un actor muy dado a galanteos, acepta el pacto. Considera que vivir bajo el mismo techo que Luisa será de lo más estimulante y muy beneficioso para su carrera. Sin embargo, descubrirá que ejercer de esposo fuera de los escenarios, y en alcobas separadas, resulta ser el papel más complicado de su vida. Pese a todo, ambos empiezan a desear algo más que un intercambio comercial… hasta que se cruza en su camino una perla de valor incalculable.






Los personajes nos hablan de la novela:


LUISA ESTRADA

Menos mal que a Álvaro le sobra galantería y ha sido fiel a lo de «las damas primero», porque si hubiera empezado él su presentación no quedaría espacio para la mía. Le encanta hablar de sí mismo, de sus talentos, de los galanes que interpreta, de su fama… Y miente mejor que nadie. Nunca sé si me está diciendo la verdad, y me confunde con su sonrisa seductora y su mirada pícara, pero es tan natural en él que, a menudo, parece incluso sincera.
También me confunde cuando está muy cerca de mí, cuando me roza con un simple gesto cotidiano, como aquella tarde que me llevó a la confitería de la Plaza Mayor y… 
Uf, sólo con recordarlo me suben los colores. 
Y los calores.
Bueno, calurosa ya lo soy habitualmente, y las gruesas ropas de luto que llevo me incomodan bastante. También soy impaciente, un tanto desconfiada y ambiciosa; no de riquezas, dinero no me falta. Ambiciono ser «Maestro joyero» y dirigir mi joyería como haría cualquier hombre cualificado, pero, claro, eso es un sueño imposible. Y mientras, a mis 25 años, sigo soñando con imposibles mantengo la fe y la esperanza, y lucho día a día por acercarme a ese sueño.

***

ÁLVARO VILLANUEVA

Me sorprende que queráis que me presente cuando mi fama me precede. No hallareis a nadie en toda Castilla que no haya oído hablar del gran Álvaro Villanueva, el galán de comedias. No es petulancia ni fanfarronería, ¡nada más lejos de mi intención! Si hablo con frecuencia de mis talentos es para ahorrar a los demás la tarea de descubrirlos. 
De mi atractivo físico no es necesario que hable porque es evidente, aunque algunos directores teatrales opinen que, con 30 años, ya no tengo edad para representar galanes. Eso me preocupa, porque vivo por y para el teatro, y es la razón por la que acepté la sugerencia de mi buena amiga Catalina de Velasco y me casé con Luisa Estrada. 
Ese matrimonio me convenía, iba a ser beneficioso para mi esposa y satisfaría un capricho de doña Catalina. ¿Cómo podía negarme? Además, Luisa es una auténtica belleza castellana: cabello negro ondulado, ojos negros, piel morena, labios tentadores, un cuerpo… Un cuerpo algo delgado para mi gusto, pero supuse que la tristeza de la viudez lo había consumido y que volvería a ser voluptuoso gracias a las alegrías que yo podía proporcionarle. Y ¿sabéis qué? Me equivoqué. Sí. Ni siquiera ese camisón que le regalé con toda mi buena fe para que no pasara calor por las noches sirvió para que me viera con buenos ojos. Luisa se me resiste y parece que lo único que le importa es su joyería. Me está volviendo loco.


Una escena que abra el apetito:

—Señor Villanueva: NO-QUIERO-CASARME —anunció firme y vocalizando con exageración—, ni con vos ni con nadie. Creo que ha quedado claro, pero si os lo he de repetir, lo haré. Tantas veces como haga falta.
—No, por favor, no lo repitáis. Mi oído funciona a la perfección.
—Estupendo.
En vista de que iba a ser imposible hacer entrar a Luisa en razón, Álvaro decidió que era el momento de utilizar el juego sucio. Habría querido evitarlo, pero no veía otra opción que pudiera tener efecto inmediato, así que empezó a sacar la baza que guardaba.
—De hecho, funciona tan bien… —se acercó más a ella— que incluso a veces… —y se inclinó hasta casi rozar su mejilla.
Luisa se apartó de un salto y lo miró con ferocidad.
—Si creéis que besándome accederé a casarme con vos, estáis muy equivocado —espetó, señalándolo con el dedo índice a modo de amenaza—. He estado casada cinco años y no me derrito con un beso como una joven virginal, así que no volváis a intentarlo jamás o… —se detuvo al ver la expresión atónita de Álvaro.
—¿Pensabais que iba a besaros?
Ella no respondió, pero él pudo ver que aquellos ojos negros sí lo hacían, con un rápido parpadeo y un movimiento nervioso e involuntario de las pupilas en dirección a sus labios.
—No, mi querida Luisa —rió divertido—, sólo iba a confesaros algo.
—Ah, muy bien. —Alzó la barbilla con altivez para ocultar su bochorno y preguntó—: ¿El qué?
—Iba a deciros que… —continuó pausadamente, como si ocultara un gran misterio y quisiera provocar curiosidad— a veces, oigo tan bien… que incluso oigo cosas… que no debería oír.
—¿Qué cosas? —preguntó ella con cierto interés y mucha desconfianza.
—Conversaciones privadas que deberían quedar en privado. Os aconsejo que seáis más cuidadosa cuando habléis con vuestros empleados y la tienda esté abierta, o alguien podría oíros y entonces tendríais problemas graves.
Luisa se había quedado inmóvil. Intentaba pensar qué conversación podía haber escuchado Álvaro, pero su mente estaba tan paralizada como su cuerpo.
Él no tardó en aclarárselo.
—Pero habéis tenido suerte, doña Luisa. Si consideráis, claro está, que casaros conmigo en lugar de con alguno de vuestros pretendientes es una suerte —acotó—, porque prometo olvidar por completo esa conversación sobre… —volvió a inclinarse hacia ella y le susurró al oído— unos rubíes falsos y cierto collar… —recuperó la postura y el volumen de voz—, si me aceptáis como esposo y nos casamos ahora mismo.
Luisa se quedó lívida. No podía articular palabra.

Desde LecturAdictiva damos las gracias a Nuria Llop por la presentación.



1 comentario:

  1. Unos personajes deliciosos con los que te dan ganas de compartir su aventura.

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