domingo, 11 de febrero de 2018

El rincón del escritor: Amber lake nos presenta Hechizo de sirena

Un saludo a los lectores del blog Lectura Adictiva, a cuyas administradoras agradezco que me hayan cedido este espacio para presentar Hechizo de sirena, mi nueva novela. Hechizo de sirena es el segundo volumen de la serie Hermanos Rawson, que se inició con Estrategias del destino, y se centra en la historia de Gregory, el hermano pequeño de Julian Rawson. Si habéis leído el primer libro de la serie ya conoceréis a Gregory; para quien no lo haya leído se encontrará con un atractivo y simpático libertino, que tiene una profesión muy peligrosa, y con Adele, la tímida solterona que logra conquistar el corazón del soltero más codiciado de Londres.  
Esta es una historia que llevo mucho tiempo queriendo que conozcáis y que, gracias a Ediciones Kiwi, verá al fin la luz. Y tengo tantas ganas de que se publique porque sé que es un libro muy esperado por muchas lectoras, que llevan años pidiéndomelo.


Os dejo un breve resumen de la novela, que transcurre en Inglaterra durante el año 1823.



Sinopsis:
Gregory Rawson, tras cinco años al servicio de la Corona británica, decide abandonar para dedicarse a su negocio naviero. Antes de aceptar su dimisión le piden que realice un último trabajo: investigar a Nathan Sawford, un amigo de la infancia del que se sospecha que colabora con una red de espías que vende información al gobierno turco, potencial enemigo del Reino Unido en el conflicto surgido a raíz de la independencia griega. 
Adele Catesby es una solterona poco agraciada que se encuentra en Londres visitando a su hermana Celeste, esposa de Nathan. Una noche en la que se celebra un baile en casa de los Sawford, Gregory la escucha cantar y se siente cautivado por su prodigiosa voz. Desde ese momento, no puede apartarla de su mente e intenta desvelar su identidad. Cuando descubre que es la cuñada de la persona que tiene bajo vigilancia, comienza una lenta seducción a la que Adele no puede resistirse a pesar de la desconfianza que le provoca su merecida fama de libertino. 

Pero un grave peligro se cierne sobre Gregory. El cabecilla de la red de espías, al que solo se le conoce con el apodo de Hood, está dispuesto a todo para obtener la información que desea, y Adele se ve envuelta en aquella oscura intriga que pone en riesgo su propia vida.

Ficha del libro






Los personajes nos hablan de la novela:

Gregory: Si me permitís, en primer lugar quiero hacer una rectificación a la autora, que me describe como «atractivo y simpático libertino». Nada que objetar a lo de atractivo y simpático, pero ¿libertino? Ella sabe bien que es solo una fachada que enmascara mi verdadera personalidad y que me beneficia por el momento. El trabajo de espía no es el idóneo para un esposo y padre de familia, de ahí que nunca me haya planteado casarme… hasta ahora. Sí, lo reconozco, estoy replanteándome esa decisión porque, como Ulises, he sido hechizado por el canto de una sirena; aunque, a diferencia de él, no hay cuerdas que me sujeten ni tampoco las deseo. Pero no es solo la prodigiosa voz de Adele lo que me subyuga; es ella, su franqueza, su sensatez, su entusiasmo, hasta su delgada y grácil figura; por no hablar de esos labios tentadores o del brillo inteligente de sus oscuras pupilas. El problema es que desconfía de mí, algo lógico si tenemos en cuenta la fama que me adjudican. Sin embargo, no desistiré. Tengo que convencerla de la sinceridad de mis sentimientos.


***


Adele: Poco puedo contaros. Hasta ahora, mi vida era bastante aburrida pero tranquila, en mi aldea, cantando en el coro de la iglesia, donde mi padre es vicario, cuidando de él y ayudándole con sus sermones y en la pequeña clínica en la que atiende a los vecinos… En fin, lo típico en una solterona que, con 26 años, se ha resignado a vivir sin amor o, al menos, sin marido. Todo ello se ha trastocado desde que conocí a Gregory. Él me provoca unas emociones tan potentes y maravillosas que me perturban, aunque debo desconfiar de sus intenciones y no dejarme engañar. ¿Cómo va a estar interesado en una mujer como yo, una pueblerina insulsa y carente de belleza cuando tiene a tantas damas hermosas y sofisticadas suspirando por una mirada de sus increíbles ojos ambarinos? 


***

Frances: Al igual que con mi hijo mayor, me veo obligada a defender a Gregory. Yo también pienso que esa fama de libertino es totalmente inmerecida. Él ama a las mujeres y las respeta en igual medida, no tiene la culpa de que su atractivo las atraiga como la miel a las abejas. Pero lo cierto es que me gustaría que encontrase una mujer que le haga desear cambiar esa vida tan turbulenta que lleva y se decida a formar una familia. Después de ver a Julian tan feliz con Claire, quiero que Gregory tenga la misma suerte.   


***

Julian: Por alusiones, me veo obligado a intervenir. Querida madre, lo mío, más que suerte, fue el resultado de mi natural encanto; porque, aunque Gregory insiste en que no sé tratar a las mujeres, es él quien está demostrando que carece de esa habilidad. Tal vez necesite que su hermano mayor le eche una mano, al igual que he venido haciendo desde que nació. Lo que no me explico es cómo, un adicto a las mujeres hermosas y casadas, se siente atraído por una que no posee ninguna de esas cualidades. ¿Será cierto que lo ha hechizado? 

Una escena que abra el apetito:

Y finalizo esta presentación con unas líneas del libro para que os vayáis poniendo en situación y os animéis a leerlo. Estoy convencida de que vais a disfrutar mucho con las aventuras de Gregory, Adele y el resto de los Rawson.

Adele levantó la cabeza al verlo y lo miró con sus ojos castaños llenos de entusiasmo.
—Esto es asombroso, lord Rawson. Nunca pensé que hubiese lugares tan interesantes como los que aquí se describen. Le envidio por haber tenido la suerte de recorrerlos —dijo, al tiempo que le enseñaba el libro abierto por una de las páginas.
—No crea que todo fue tan bonito como está relatado. He omitido la peor parte: las picaduras de insectos, el frío y la suciedad, el hambre a veces, el peligro de las fieras y los nativos salvajes… ¿Sabe que estuve a punto de ser comido por una tribu a la que le entusiasman los ingleses a la parrilla? Me salvé de puro milagro, aunque no sin que antes dejaran sus marcas sobre mí —explicó Gregory con humor.
Lo cierto era que en los cuadernos había omitido más de lo que contaba. El que Adele tenía en sus manos se refería a una travesía por el delta del río Amazonas para entrevistarse con los cabecillas de los independentistas brasileños. Recordaba las penurias de la aventura, que por suerte acabó en un satisfactorio resultado. En dicha reunión se aseguró la promesa, por parte del gobierno revolucionario, del suministro de madera a la Corona británica durante varios años y de que la industria inglesa se convirtiera en el proveedor principal de artículos manufacturados del nuevo país.
Adele rió ante el cómico rostro de Gregory.
—¿No me cree? Se las enseñaré y comprobará que no exagero ni un ápice —continuó él con fingido enojo, y comenzó a quitarse la levita.
—No será necesario, lord Rawson. Creeré en su palabra —le aseguró entre risas.
Gregory miró el sonriente rostro y le pareció el más cautivador que había contemplado en su vida. Algo en su interior vibró y se acercó a ella, impelido por una fuerza que no pudo contener.
—Gregory, por favor —dijo él.
—¿Cómo dice? —preguntó perpleja.
—Me gustaría que me llamases por mi nombre. Ya somos viejos conocidos, Adele, ¿no crees que deberíamos dejarnos de formalismos? —pidió con voz grave mientras le quitaba el cuaderno de las manos. Se moría por oír pronunciar su nombre con aquella musical voz.
—No… no creo que sea adecuado, milord.
Adele sintió que se acaloraba con aquella proximidad. De pronto, tuvo conciencia de la intimidad que ofrecía la reducida cámara y de la envergadura del hombre que tenía delante. Ella era alta para ser una mujer, aunque él le sacaba una cabeza.
Su elevada estatura era otra de sus desventajas a la hora de encontrar marido. Según Ophelia, a los hombres les gustaban las mujeres menudas y de generosas formas, no un chopo larguirucho y huesudo como ella. Y tenía razón, ¿quién iba a preferir una escoba con faldas teniendo a mano a una ninfa como Celeste? Eso fue lo que debió pensar Nathan.
Gregory se acercó más y le levantó la barbilla con los dedos para admirar su ruborizado rostro. Le gustaban las mujeres que podían mirarlo a los ojos sin necesidad de que ambos padeciesen dolores de nuca durante horas. Su sirena era perfecta para él, no cabía duda.
—Al contrario, me parece de lo más adecuado. Creo que nada podría ser más adecuado que oír de tus labios el nombre que mis padres me otorgaron al nacer —dijo él en un encendido susurro.
Adele se sentía prendida de aquellos ambarinos ojos que emitían un brillo cegador. ¿Cómo era posible que tuviese tal influencia sobre ella, hasta el punto de anular su voluntad? No debía ceder a sus caprichos, se repitió. Ella no era una joven e inocente damisela que perdía la razón por el primer caballero que le decía un requiebro. Ella no…

—Gregory —se oyó pronunciar, sin que su voluntad hubiese tenido la posibilidad de oponerse.



Desde LecturAdictiva damos las gracias Amber Lake a por la presentación.



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