domingo, 21 de enero de 2018

El rincón del escritor: Chloe Santana nos presenta No eres mi tipo


No eres mi tipo es una novela tierna y alocada sobre el amor, los estereotipos y las segundas oportunidades. Descubre de la mano de Chloe Santana que el amor llega cuando menos te los esperas y prepárate para reír a carcajadas.

¿Y si te dijeran que el hombre perfecto es alguien a quien no soportas?

Querido diario:

Esta soy yo. Torpe, bocazas y experta en meterme en líos. Mi psicóloga dice que hay que tomarse la vida con humor, pero sinceramente no le veo la gracia a que mi novio de toda la vida me haya dejado por otra. O a que mis padres vayan a divorciarse después de treinta años juntos. ¿El mundo se ha vuelto loco? ¿Es que ya nadie cree en el amor? Pero, hey, no pienses que mi vida es tan mala. Tengo un gato llamado Apolo, escribo en mis ratos libres y acabo de encontrar un empleo como secretaria del señor míster Simpatía. Lo de míster Simpatía es ironía, por supuesto, porque mi jefe es un tipo serio, frío y me da a mí que un poco amargado. ¡Y está como un queso! Cada vez que no repara en mi existencia -la mayor parte del tiempo-, me quedo observándolo con cara de placer. ¿El único problema? Además de tener novia, me mira como si yo fuese el bicho más raro del planeta.
¡Qué se le va a hacer! De ilusión también se vive...
Me llamo Ana, tengo veinticinco años y soy una pringada. Esta es mi historia.

Ficha del libro






Los personajes nos hablan de la novela:

Me llamo Ángel Ferrer, tengo treinta y tres años y soy el director de Martins&Ferrer, una importante multinacional publicitaria. Vivo en Sevilla, y estoy buscando una secretaria que no me saque de mis casillas. ¿Tan difícil es? Los que me conocen dirán que soy un estirado, un antipático o un borde. Bueno, supongo que tendrán razón. Pero, ¿de verdad es tan complicado encontrar una secretaría que no me ponga de los nervios? Si estoy rodeado de ineptos no es culpa mía. ¿O acaso pretenden que tolera la ineficacia de los demás? Señor, dame paciencia...


Ana es… especial. Un completo desastre. Aunque reconozco que me divierte bastante, por eso la contraté. Es inoportuna, despistada y me mira como si fuese a comérmela. No es nada del otro mundo, y tiene un pésimo sentido de la moda. Aunque reconozco que tiene una boquita de lo más apetecible, y un no sé qué que me descoloca. Pero vamos, que no es mi tipo. Para nada. De hecho, me pone de los nervios. Y por cierto, estaba tan desesperada que mintió como una bellaca en su entrevista de trabajo. ¿Te lo puedes creer? La muy sinvergüenza creía que podía tomarme el pelo, ¡a mí!  Es adorablemente torpe, y creo que acabaré despidiéndola. Mientras tanto, ¿por qué no divertirme con ella?


  • Él nos cuenta una anécdota o un momento destacable con ella.



Uf, me cuesta decidirme por uno, porque Ana es un no parar. Y no lo digo en el buen sentido, ¡No! es un completo desastre. Como aquel día que se cayó encima de mí mientras yo me echaba la siesta en el sofá del despacho. Estaba muerto de cansancio, y cuando abrí los ojos, a punto de que me diera un infarto, por cierto, Ana estaba sentada en mi regazo con cara de querer morirse. Reconozco que tiene un culo aceptable. Pero, repito, ¡no es mi tipo!


***

Me llamo Ana María de la Rosa, Ana a secas, como me conoce todo el mundo. Tengo veinticinco años, vivo con mi egocéntrica compañera de piso, mi gatito Apolo y un gremlin de ocho años (su hermana) que no para de meterme en líos. Y soy una pringada, así, sin más. Mi novio acaba de dejarme por otra, me he quedado en el paro y mi psicóloga cree que soy un caso perdido. 


¡Buenas noticias! Ahora trabajo para el Señor Ferrer, alias El ogro. Y el mote no se lo puse yo, que conste. Pero he de admitir que es un borde desagradable. Me da que está muy amargado (a saber por qué). Reconozco que está buenísimo, con ese aire a Tom Hiddleston que se gasta y esos ojazos azules que tiene. Pero claro, luego lo conoces y pierde todo su encanto. Que si Ana, tráeme un café. Que si Ana, no haces nada bien. Le gusta ladrar, jamás da las gracias y en la oficina nadie lo soporta (te puedes imaginar cómo es). Además, su novia es una petarda insoportable que, por supuesto, está a su altura. Peeeeero… reconozco que está como un queso. No obstante, y lo vuelvo a repetir para que quede claro: ¡no es mi tipo!


  • La  protagonista  nos cuenta alguna situación vivida con él.

Definitivamente, mi entrevista con el Señor Ferrer. Porque cuando una está desesperada por encontrar trabajo, miente un poquito en su currículum. Bueno, vale, quizá se me haya ido de las manos. Pero creo que él no me ha pillado. Por cierto, que está buenísimo. ¡Y es tremendamente antipático! Qué lástima...

Una escena para abrir el apetito:

Aquel hombre no era un ogro, era un dios del Olimpo. Llevaba el cabello pelirrojo y rizado bien peinado, aunque se le escapaban algunos mechones rebeldes hacia los lados. Sus ojos, azules y glaciales, eran el mayor atractivo de un rostro que no carecía de ellos. Mentón recto, boca ancha y sensual y pómulos marcados. Las ojeras le conferían un aspecto de protagonista de cuento gótico, como sacado de uno de Edgar Allan Poe. Soy muy soñadora, no puedo evitarlo.

No sé por qué, pero sus manos me intrigaron hasta un extremo absurdo. Sus puños cerrados se apoyaban contra la madera, revelando cierta tensión en un hombre que emanaba mucha autoridad.

 —¿Por qué le interesa trabajar en Martins&Ferrer, señorita De la Rosa? —preguntó mirándome a los ojos con aquella expresión azul y helada. 

—Porque estoy en paro —respondí, y me quedé tan ancha.

El señor Ferrer enarcó una ceja. Entonces apretó la mandíbula y no supe si estaba cabreado o decidiendo si yo era una imbécil.

Desde LecturAdictiva damos las gracias a Chloe Santana por la presentación.





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