domingo, 28 de enero de 2018

El rincón del escritor: Andrea Muñoz Majarrez nos presenta Corazones rebeldes

En esta recopilación de tres historias de amor, conoceréis a tres heroínas muy especiales. 
En el primer relato, titulado Una voz en la oscuridad, Kate se reencontrará con James, el hombre al que siempre ha amado en secreto, en terribles circunstancias. Él se queda ciego y ella se convertirá en su enfermera, ocultando su identidad en todo momento, por miedo al rechazo. James se enamora de ella, pero en un momento dado, le confirman que hay posibilidad de que se cure, entonces Kate entrará en pánico. ¿Qué ocurrirá entonces? ¿Le rebelará toda la verdad?
En el segundo relato, Un misterioso admirador, conoceremos a Ada, una muchacha que vive en la campiña inglesa y que recibirá las atenciones de un admirador secreto, que le dedica ardientes misivas. Por otro lado, el corazón de Ada ya tiene dueño, el capitán Abbott, un apuesto, aunque algo arisco caballero que supuestamente ya está comprometido. Ada se encuentra entonces ante un misterio por resolver. ¿Quién es ese misterioso admirador?
Por último, en Un inesperado encuentro, conoceremos la historia de Victoria, una joven madrileña que huye de su hogar por culpa de un matrimonio concertado. Se refugia del frío invernal en un conocido café, y allí conocerá a Alejandro, del que se enamorará perdidamente. ¿Podrá tener Victoria un final feliz?



Ficha del libro






Los personajes nos hablan de la novela:

Una voz en la oscuridad

Mi nombre es Kate, y siempre he estado enamorada de James Bennett, desde que llegué a Barton Hall, siendo una niña. Él vive en un mundo diferente al mío, rodeado de hermosas mujeres y riqueza. Me marché a Londres para estudiar enfermería, y así olvidar mi amor no correspondido, pero entonces estalló la Segunda Guerra Mundial, y toda mi vida se detuvo. En el hospital de campaña, me llevé una sorpresa. James Bennet estaba entre los heridos, y el doctor me ha confirmado que se ha quedado ciego. Él no sabe quien soy, ni lo sabrá. Tengo miedo a que me rechace. Y a pesar de pensar que ya le había olvidado, mi corazón sigue latiendo velozmente cada vez que le tengo cerca. Quiero ser su consuelo, su alivio y su compañía.
Esta situación me ha servido para saber más cosas de él, y sin duda, sé con certeza que apenas le conocía. Por ejemplo, no sabía que era tan travieso y pícaro, o que nunca ha conocido el amor verdadero, como me confesó el otro día, cuando le leí un poema de William Wordsworth. Ahora, a pesar de que soy feliz estando a su lado, sigo sintiendo miedo de que algún día él descubra que no soy lo que él cree que soy, y decida abandonarme.


***

Mi nombre es James Bennett, un triunfador, hijo de una familia aristocrática, a quien nunca le ha faltado nada. En mi mundo siempre estoy rodeado de hermosas mujeres y buena compañía, pero la guerra ha cambiado todo. He sufrido las consecuencias de la guerra en mi propio cuerpo. Durante una batalla, un proyectil cayó cerca de mi unidad, y ahora estoy ingresado en un hospital, completamente ciego. Estoy aterrado, y sufro, pero he conocido a una joven enfermera que está apaciguando esta angustia, gracias a su compañía. Sólo sé que se llama Kate y que viene de Sussex, igual que yo, pero no ha querido contarme más. Deduzco por su voz, que debe ser una mujer hermosa y encantadora, y cada día que pasa, anhelo cada vez más su compañía. Me gustan esos momentos que solemos compartir, cuando me lee algún libro o alguna poesía, y el aire se inunda con su hermosa voz. Creo que empiezo a sentir algo que nunca sentí, y es que su voz, que no su silueta, pues no puedo verla, aparece en mi mente cada vez que está lejos, y deseo siempre estar a su lado. Este corazón ahora empieza a latir por ella, aunque aún no se lo he dicho. Me pregunto si ella siente lo mismo que yo.


Un misterioso admirador

Mi nombre es Ada Campbell, tengo 27 años, y estoy a punto de convertirme en una solterona, según ha dicho más de una vez mi madre. Vivo en Cirencester, una hermosa ciudad de Gloucestershire, y me encanta dar largos paseos por el campo con mi perro Dexter. Acabo de conocer al capitán Abbott, veterano de las Guerras Napoleónicas, y aunque me ha parecido un hombre apuesto y con buena planta, que ha hecho que mi corazón lata sin control, al principio noté que a él no le gustaba demasiado. Puede que fuera porque a veces soy un poco torpe y no me guste demasiado seguir las normas de etiqueta. O tal vez, por que a veces soy demasiado sincera. Aunque finalmente hemos resuelto un pequeño malentendido que me hizo pensar que yo no le agradaba, y he comprendido que mi idea era equivocada. De hecho, ahora ha ocurrido algo inevitable, y es que me he enamorado de él perdidamente, y eso es malo, porque tengo entendido que está comprometido con otra. Ahora mismo, estoy invitada en su propiedad, Lindsey Abbey, pues, al fin y al cabo, podemos considerarnos amigos, pero está ocurriendo algo extraño. Estoy empezando a recibir cartas de un admirador, que no quiere rebelar su identidad. Ahora tendré que averiguar de quién se trata. 



***

Mi nombre es George Abbott, capitán de infantería del ejército de su Majestad, veterano de las Guerras Napoleónicas, y propietario de Lindsey Abbey. Hace poco, en una visita que realicé a Cirencester para ver a un viejo amigo, conocí a una dama singular. Se llamaba Ada Campbell. Llegó a casa de mi amigo, el señor Hammersmith, con los bajos del vestido llenos de barro, y acompañada de un amigable perro, con el que hice buenas migas. Aunque me sorprendió su aspecto, enseguida vi que la señorita Campbell era una dama agradable y encantadora, que se puso a hablar conmigo, a pesar de que nadie lo hacía, puesto que mi gesto serio, suele asustar a la gente. Al principio, debido a mi brusquedad a la hora de expresarme, ella creyó que no me cae bien, y desde entonces empezó a evitarme. Conseguí resolver el malentendido y ahora podemos decir que nos llevamos bien. Después de mi marcha, me enteré de que estaba con su hermano pasando unos días en Aston, y mi amigo el señor Weston, que conoce al señor Campbell, hermano de Ada, les ha invitado en mi nombre a Lindsey Abbey. Ella se quedó sorprendida al verme, y noté que parecía estar algo triste, aunque parece haber hecho amistad con mi amiga la señorita Fairfax. Me ocuparé de averiguar qué le ocurre a Ada, pues hay algo que está ocultando. 

Un encuentro inesperado

Estamos en Madrid en el año 1889. Mi nombre es Victoria y en estos momentos estoy huyendo de mi casa. Mis padres han decidido concertarme un matrimonio de conveniencia con un hombre al que jamás he visto. Me siento decepcionada e indignada, porque yo siempre quise casarme por amor. He entrado en un café, porque en Madrid hace mucho frío, y además está empezando a nevar de nuevo. Mi plan era marcharme a París esta misma noche, para poder ser libre, pero ha ocurrido algo inesperado. Un apuesto hombre, que debe rondar mi edad, ha entrado aquí, y al ver que no había sitio, he decidido dejarle sentarse en mi mesa. Hemos empezado a hablar, y me ha dicho que se llama Alejandro. A medida que vamos conversando, me doy cuenta de que es un hombre sumamente interesante, totalmente distinto a los demás. Está intentando convencerme de que no me vaya, y yo, que empiezo a sentir mariposas en el estómago ante su presencia, estoy comenzando a reconsiderar la idea.


***

Mi nombre es Alejandro, vivo en Madrid, y he decidido salir a dar un paseo, a pesar de que las calles están cubiertas de nieve y ya es de noche. Ahora ha empezado a nevar, y busco un refugio para entrar en calor. He decidido entrar en un café, pero no hay sitio, aunque una amable dama me ha dejado sentarme con ella. Veo que es una chica joven, y que está planeando viajar a algún sitio, porque lleva una maleta. Parece ser que está huyendo de algo, y parece ser que he acertado. Se ve que tiene poca experiencia en la vida, y que ha tomado la decisión en un momento de enfado. Todos hemos hecho cosas así, y nunca salen bien. Estoy intentando convencerla de que se quede, pues a parte de considerar que está haciendo una locura, me está empezando a gustar mucho. Su esbelta silueta, la forma en que se sonroja, su sonrisa, su mirada inocente, hacen que mi corazón se desboque. Ojalá pueda convencerla para que se quede, y así poder intentar ser yo quien ocupe su corazón.

Una escena que abra el apetito:

Alejandro volvió a mirarla con detenimiento. Tenía una cara hermosa, un bonito cuerpo, era inteligente e interesante, así que no entendía porque no había atraído la atención de ningún pretendiente que estuviera a su altura.
—¿Y qué busca usted en un hombre?
Victoria le miró directamente, aunque enseguida agachó la mirada. Se sentía algo cohibida ante su mirada oscura y penetrante. Ella tenía claro lo que buscaba desde hace muchos años.
—Alguien que me comprenda, que me valore, que me escuche, que tenga en cuenta mis opiniones. Que intente entender mi carácter rebelde. Alguien con quien hablar de cualquier cosa, que apoye mis inquietudes y mis sueños, y que al mismo tiempo sea honesto. 
—Interesante. —dijo Alejandro sin dejar de observarla. Estaba notando como sus mejillas se sonrojaban, y eso le daba un aspecto inocente y dulce que la hacía aún más atractiva.
—Creo que no pido tanto. —concluyó ella.
—Usted debe exigir lo que quiera. Lo que pide no me parece inalcanzable, pero tampoco será fácil, más en estos tiempos. Pero no pide la luna. —sentenció él. 
Ella le miró de reojo. Sabía que no debía, pero sentía curiosidad.
—¿Y usted? ¿Qué busca en una mujer?
Él volvió a mirarla.
—Alguien que me quiera, que me respete, que sea capaz de pensar por sí misma, sin miedo al qué dirán. Que sea buena, responsable y generosa, y que tenga curiosidad por saber. 
—¿Y respecto a la belleza?
—La belleza no es importante. Además, es algo subjetivo. Lo que a mí me guste no tiene por qué ser lo establecido. No tengo preferencias.
—Eso dice todo el mundo, pero luego no es verdad. 
—¿Alguna vez ha tenido algún problema respecto a eso?
—Sí. Siempre se ha criticado mi forma de vestir, mi forma de andar, y la forma de mi rostro. Soy imperfecta a los ojos de los demás.
Él la miró de nuevo con intensidad, seguro de lo que iba a decir en ese momento:
—Pues será que me gusta la imperfección.



Desde LecturAdictiva damos las gracias a Andrea Muñoz Majarrez por la presentación.




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