Ficha del libro |
La cosa se pone muy fea cuando Dana descubre un peligroso secreto, pero Jordi, su exnovio policía, está en Haití buscándose a sí mismo y perdiéndose de vez en cuando en brazos de una atractiva cooperante.
Dana contará con el apoyo de Ona, Diego, Tecla y el resto de sus amigos, siempre dispuestos a echarle un cable, aunque sea desde lo alto de un castillo, hasta que su san Jorge particular cruce el océano para ayudarla.
¿Será demasiado tarde? ¿Elegirá Dana al noble caballero o al ardiente dragón?
Los personajes nos hablan de la novela:
Dana
Todos me dicen que tengo que olvidar a Jordi. Entiendo que tuviera problemas de conciencia en 2011, con la acampada, ¡pero ya han pasado tres años! Está en Haití, colaborando en la reconstrucción del país tras el terremoto. Dice que tiene que encontrase a sí mismo. Pero a mí me da la sensación de que cada vez se pierde más. No puedo seguir esperándolo eternamente. ¡Dice Ona que me van a salir telarañas! Por eso he empezado a salir con Sergio. Es mayor que yo, pero se ve un tío muy interesante. Y está investigando para crear sangre artificial. Así los enfermos no dependerán de las donaciones. Me extraña que tenga sangre en la nevera, pero supongo que es su manera de llevarse el trabajo a casa, ¿no?
***
Jordi
Tengo que tomar una decisión ya. Desde que estoy en Haití me siento mucho mejor. Reconstruir estos pueblos me ayuda a recomponerme el alma. Pero no deja de ser una huida. Tengo que volver a Barcelona y empezar una nueva vida. Aunque Samuel y sus amigos me necesitan. Y sus madres. Y las cooperantes. Me parece oír a Juliette llamándome. La menuda cooperante es un ciclón. Tiene tanta energía que es imposible decirle que no. ¿Por qué será tan difícil tomar una decisión?
Una escena que abra el apetito:
Santina lo hizo callar con un beso.
—No hables tanto y demuéstrame
por qué sois los campeones del mundo —le ordenó ella, dejando claro lo que
deseaba.
Jordi la sujetó por las caderas y, acariciándole las nalgas, dijo:
—Es muy importante que el balón no esté nunca quieto. El juego debe ser
rápido y preciso —añadió, llevando las manos hacia arriba y resiguiéndole el
contorno de las caderas hasta llegar a la cintura—. A un toque. —Abrió los
dedos de ambas manos abarcando todo el vientre de Santina—. Partiendo del
centro del terreno de juego, se abre el campo por las bandas —siguió
ascendiendo por los costados, acariciándole las costillas. Santina parecía tan
hipnotizada como Samuel hacía un rato escuchando el relato de las lesiones de
Puyol.
Jordi aprovechó para tomar el control de la situación. Utilizando el
impulso de la hamaca, bajó al suelo de un salto. El trabajo físico lo mantenía
en forma. Tomó a Santina por la cintura y la dejó en el suelo. Cuando la tuvo
cara a cara, siguió diciendo:
—Lo importante son los cambios
de ritmo. Hay que mover la defensa para que se creen huecos por los que
penetrar en el área rival —susurró, acariciándole los pechos antes de agachar
la cabeza y besarla—. Lo que viene siendo el tiqui-taca.
Desde LecturAdictiva damos las gracias a Norma Estrella por la presentación.
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