domingo, 12 de abril de 2015

El rincón del escritor: Caroline March nos presenta Si solo tuviera una hora

Piero es un hombre enamorado. 

Gabriela es una mujer herida por amor. 

Michael es un hombre que no cree en el amor. 

Los tres confluyen en la hermosa ciudad de Praga, como si esta hubiera estado esperando siete años para reunirlos de nuevo. En un escenario mágico, rodeados por situaciones equívocas llenas de humor, sentimientos intensamente dramáticos, donde se mezcla el pasado y el presente para crear su futuro, descubrirán lo que significa verdaderamente el amor, sorprendiéndose a cada instante con una sonrisa de que la vida les puede ofrecer algo que ya arrebató. Y comprendiendo que una habitación en un ático de un hotel, que antes fue un palacio, puede convertirse en un escondite, un refugio, una cárcel y un lugar donde atrapar lo que una vez perdieron en el olvido. 
Un espacio donde alcanzar la redención, en el que Gabriela se encontrará a sí misma y deberá enfrentarse a la elección que marcará el resto de su vida.  



Los personajes nos hablan de la novela:

Me llamo Piero, y soy profesor en la Unverzitá Karlova de Praga, poco puedo contaros de mí, aparte de que llevo toda mi vida enamorado de ella, mi madonna. Ahora sé que la tendré cerca de mí y podré redimir todos mis pecados y hacerle comprender por qué actúe de aquella forma en el pasado. Porque el amor, nuestro amor, ya no debe estar escondido. Se merece una oportunidad, oportunidad que llevo esperando siete largos años en los que he velado su vida en la distancia. En los que sé que ella me olvidó y llegó a odiarme. Pero, estoy convencido de que eso cambiará cuando conozca toda la historia…

***

Soy Michael, profesor de Oxford y ahora, obligado por las circunstancias, profesor en la Univerzitá Karlova de Praga. Sé que muchas alumnas se enamorarán de mí y el flirteo será constante en estas seis semanas. Tengo dinero, éxito y soy atractivo, para qué negarlo cuando es evidente ¿El amor? ¿Qué es el amor? Algo empírico de imposible demostración física. Yo disfruto de sexo, no del amor, el amor no existe tal y cómo lo conciben ellas. Estoy convencido de que estas semanas serán un tiempo perdido en mi vida, pero sí que resultarán útiles para alejarme de todos los problemas en los que me he visto comprometido en Inglaterra. Sí, estoy totalmente convencido, y nada conseguirá hacerme cambiar esa idea. Ni siquiera la joven con rostro de ángel y los ojos más tristes y bellos que he visto nada más llegar al hotel. Ni siquiera la forma en que tiene de atraer las miradas femeninas y masculinas. Ni siquiera sus movimientos gráciles y naturales. Ni siquiera su elegancia innata. Ni siquiera su voz ronca y provocativa. Ni siquiera ella, Gabriela… Estoy, absoluta y completamente decidido a ello.

***


Soy Gabi, como le gusta llamarme a mi hermana, Gabriela para todos los demás y mi madonna para él. Tengo que trasladarme a Praga instada por mi Universidad para asistir a un seminario que ofrece un pomposo y egocéntrico profesor de Oxford. Pero no es eso lo que me aterra, lo que me produce pavor es que es muy posible que vuelva a verlo a él, a Piero, al hombre que marcó mi vida de tal forma que nada fue igual desde que nos separamos. Me convirtió en una mujer rota y jamás podré perdonárselo, como sé que jamás dejaré de amarlo. Por mucho que se empeñe Michael en ello, que además de ser el hombre más atractivo que he tenido el dudoso placer de conocer, aparte de Piero, es terco, insistente y un completo incompetente en lo que a relaciones amorosas se refiere. ¿Por qué siento que me persigue como si fuera la única mujer sobre la tierra? ¿Por qué siento que no puedo huir de Piero? ¿Por qué presiento que todos escondemos demasiados secretos como si Praga nos hubiera estado esperando siete años para reunirnos? ¿Por qué jamás podré perdonarme lo que hice y lo que él me hizo? ¿Por qué será tan persuasivo Michael? ¿Por qué Piero siempre consigue que me quede sin respiración cuando estoy a su lado? “Solo yo podré salvarte” fueron sus palabras…y yo, le creí. 

Una escena que abra el apetito:

Michael seguía estático sin atreverse a mover un solo músculo. Gabriela, sin embargo, estaba bastante agitada a su lado. Lo sujetaba con fuerza y rozaba su entrepierna sin ningún pudor contra su cadera. Michael maldijo en cuantos idiomas conocidos e inventados conocía. Aquello era una tortura. Entonces Gabriela emitió un hondo gemido y pronunció un nombre. Y la tortura se hizo realidad.
—¡Piero!
Michael apretó la mandíbula y los puños a la vez.
—No. Soy Michael. ¿Decepcionada?
Gabriela abrió los ojos y lo miró sin reconocerlo. Sin embargo, siguió quieta sobre él, respirando jadeante. Cerró los ojos ante la mirada escrutadora de él y no contestó. Flexionó una mano y se dio cuenta de dónde la tenía posada, la retiró bruscamente y sin saber muy bien qué hacer con ella la dejó sobre el pecho de Michael, que subía y bajaba al ritmo de una respiración rápida.
—¿Has estado alguna vez enamorado? —preguntó con voz ronca.
Ella notó su sorpresa expuesta en su cuerpo, que se tensó de repente.
—Hummm… sí, supongo que sí —contestó no sabiendo bien lo que se proponía ella.
—No, Michael. No lo has estado. Porque si fuera así, no dudarías. Yo me refiero a un amor que te consume desde dentro. Que te impide dormir porque eso te quita tiempo para estar junto a la persona que amas. Que cuando despiertas es en lo único que piensas, y que durante el día, si en algún momento algo distrae tu mente y de repente lo vuelves a recordar, una sonrisa estúpida y feliz cruza tu rostro. Que cuando estás junto a él no puedes evitar mirarlo, tocarlo, sentirlo, atraparlo, entregarte a él sin condiciones. Un amor que te abrasa y que sin embargo cuando se aleja sientes un vacío tan intenso que crees que nunca volverás a ser una persona completa. —Respiró hondo buscando fuerza en su confesión—. Eso es lo que yo siento por Piero —afirmó con la voz rota.
Michael la dejó hablar en silencio observando los cambios de su rostro y como lágrimas silenciosas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, y levantó un brazo para abrazarla, pero ella estaba tan concentrada que no lo percibió.
—Creo que él siente lo mismo por ti, Gabrielle —dijo finalmente, apreciando que algo invisible le estrangulaba la tráquea.
—No. Él no me ama.
—¿Cómo puedes pensar así?
—Porque él mismo me lo dijo —contestó de forma monótona, y se giró levantándose de la cama para encerrarse en el baño.


 Desde LecturAdictiva damos las gracias a Caroline March por la presentación.



1 comentario:

  1. gracias por la presentacion, estoy deseando leer a esta autora porque las criticas que he leido son geniales, y esta presentacion me ha dejado con ganas de leer el libro

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