domingo, 18 de febrero de 2018

El rincón del escritor: Bela Marbel nos presenta Te tengo en mi piel

Buenos días, LecturAdictiva, es un placer para mí compartir este ratito con vosotras y vuestros lectores. Os dejo un trocito de mi corazón, han sido cuatro años viviendo con estos personajes, de una forma tan intensa que llegan a formar parte de tu vida. Seguro que otros escritores os lo han dicho antes, pero es que es verdad. A mí personalmente, me cuesta mucho dejarlos ir, y además soy egoísta y también me cuesta compartirlos, tengo miedo por si no los queréis tanto como yo, o por si no les dais el cariño que quiero para ellos, ya ves, rarezas del arte, jajaja. Que bien que siempre tengamos esa excusa para nuestras locuras. Ellos mismos os van a contar cómo se sienten, pero tendréis que leer la novela para amarlos u odiarlos, a ellos, o a sus actos.

Sinopsis:
«Yo no era yo, apenas era un reflejo de lo que me rodeaba.
Quería lo que no amaba, amaba lo que detestaba. Tenía miedo.
Escogí el camino equivocado y todos sufrimos por ello. La vida me dio una segunda oportunidad y la arrojé a la basura. Mi alma se deshizo en sangre.
Merezco el dolor, lo acojo.
Siempre he ido por la vida haciendo mi voluntad, nada me importa más que ser feliz día a día.
Pero ella fue capaz de volverme loco, de dar la vuelta a mis principios y mover mis cimientos.
Fui un insensato jugando a ser héroe, la puse en peligro, provoqué a los demonios, y me moví al límite de lo prohibido. No acepto el dolor, lo combato».

Dos fuerzas contrarias se desatan en el pequeño pueblo de Wellstone, chocando entre sí apoyadas por la ira y la costumbre.
Candy no está preparada para luchar.
Byron nació con los puños en alto.

Se desean.
Se aman.
Se hieren.
El destino está jugando con ellos y solo pueden apostar y descubrir sus cartas... O no.

Ficha del libro






Los personajes nos hablan de la novela:

Byron, ese soy yo, o Spirit tal como me apodaron mis mayores, recientemente me he cambiado el apellido, ahora soy, Byron Savage. La culpa la tiene ella, de este modo la recuerdo y soy capaz de sentir que sigue a mi lado. Si fuera capaz de verse a sí misma como la veo yo… si por una vez en la vida, yo, pudiera controlarme y actuar con frialdad, si hubiese hecho caso a los consejos de los demás, quizá se podría haber evitado este puto desastre. Pero no, nada de eso ha pasado. La rubia pija y descarada, la princesa pálida, se ha apoderado de mi alma sin pedir permiso, y ahora, no tengo otra alternativa que la lucha descarnada. Así están las cosas; la quiero y la voy a tener, y si su familia me pega un tiro mientras tanto, qué le vamos a hacer. Adoraré sus curvas, sus labios rojos y tentadores, su cabello como el sol, sus inseguridades y su fuerza, su curiosidad y su miedo, todas y cada una de sus contradicciones, la amaré y asumiré las consecuencias. Me pone tanto cuando habla como las señoritas… Candance Shaw será mía, mi mujer.

***

Candance Shaw
Princesa Pálida, el muy… zoquete, cómo puede decirme eso, es que no sabe lo que siento cada vez que lo veo. El pánico se apodera de mí, me siento como si tuviera diez años y un lobo me acechara en la oscuridad, me mira con esos ojos negros cargados de… lujuria y me siento desfallecer. El corazón se me acelera y creo se me va a salir del pecho dejándome con la boca abierta, y tratando de llevar aire a mis pulmones. ¿Que si le deseo? No sé lo que es eso, solo sé que mi padre nos va a matar, él odia a los comanches, y yo también, por supuesto, soy una Shaw de la cabeza a los pies. Candy, me llamo Candy, soy rubia, voluptuosa, no muy inteligente y bastante cobarde, he nacido para casarme con un ranger o alguien así, alguien de quién mi padre, el gran Jack, pueda sentirse orgulloso, eso casi pasa… pero no, el intratable salvaje tuvo que poner sus manos sobre mí, y ya nada volverá a ser como antes.

Una escena que abra el apetito:

—No me voy a ensuciar las manos con tu repulsiva sangre. Será cuando menos te lo esperes. Vas a pagar por esto —le amenazó Candy mientras le mordía el lóbulo de la oreja.
—Lo sé, princesa, créeme. Lo sé. —Se introdujo en ella con fuerza, haciéndola temblar y estremecerse entre sus brazos. Él continuó empujando y ella suspiró, casi gritando de placer. No sabía que se podía sentir algo así, un deseo tan fuerte que doliera y un dolor que proporcionara tanto placer.
—Di mi nombre —exigió él.

—¡Salvaje! 

Agradecimientos

Solo me queda, agradeceros el gran trabajo que hacéis, y lo mucho que os implicáis con nuestro trabajo en los blogs.  Y por supuesto, enviar un beso y un abrazo enormes, a vuestros seguidores. 
A los que leáis la entrada, me gustaría pediros una cosa, ¿sí? ¿Me dejáis? 
Decid en una palabra lo que habéis sentido o pensado al leer lo han dicho Byron y Candy.
Empiezo yo; Añoranza… (ya os dije que los echaba de menos)




Desde LecturAdictiva damos las gracias a Bela Marbel por la presentación.

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