domingo, 5 de marzo de 2017

El rincón del escritor: Dama Beltrán nos presenta La soledad del Duque

La vida libertina del futuro duque de Rutland finaliza tras batirse en un duelo de honor con un marido engañado. Avergonzado por las secuelas de dicho desafío, decide abandonar Londres y marcharse a Haddon Hall, el apacible lugar donde creció, albergando la esperanza de encontrar la paz que tanto le urge obtener; sin embargo, la llegada de una noticia inesperada altera esa supuesta calma y provoca que el duque se emborrache. Pese a los consejos de sus allegados, decide montar a caballo y galopar por sus dominios. Cuando abre los ojos tras una desafortunada caída, descubre que una mujer lo ha estado cuidando en algún lugar apartado y escondido de sus tierras. Su nombre, Beatrice, y su único deseo, vivir en soledad el resto de su vida.






Ficha del libro



Los personajes nos hablan de la novela:


William, el duque. 
Buenas tardes, soy William Manners el duque de Rutland y proganista de la novela que más loca de
amor ha vuelto a la autora. Shh… es un secreto, ella todavía no lo sabe. Mi historia comienza con un duelo, como habéis leído en el prólogo. No es bueno creerse mejor que los demás…Aunque te lo hayan enseñado desde la cuna,  hay que luchar por la igualdad y no por creerse superior a nadie. Lo aprendí tarde, o quizá no. A veces me pregunto qué habría sido de mí si, el enfadado marido de lady Juliette  no me hubiera retado. Seguro que nada bueno porque, a pesar de quedar como quedé tras el impacto de la bala, nunca he sido tan feliz.  

***

Beatrice, la mujer con carácter. 
Por mucho que nuestros padres intenten protegernos de todo, no logran su propósito. Eso fue lo que me sucedió. Ellos, después de tenerme con avanzada edad y ser la única hija, desearon cuidarme con
tanto ahínco que no me enseñaron a sospechar de personas malvadas. Sin embargo, pienso igual que William, a pesar de lo sucedido, nunca he sido tan feliz.  

***

Federith Cooper. 
Soy uno de los dos mejores amigos del duque de Rutland. Lo conozco desde que éramos niños y, por ese motivo, siempre intercedo en sus locuras. Quiero hacerle ver que la imagen que muestra a los demás,  no es la correcta. Él jamás fue  así. Pese a mis intentos, como habéis podido leer, no pude evitar que le  hicieran daño. Deseo ser una persona honorable, respetada por la sociedad en la que vivo. Tened en cuenta que el título de barón no tiene la misma consideración que la que poseen mis amigos. Sin embargo, pensad una cosa; si tanto pretendo demostrar mi dignidad, ¿por qué mantengo la amistad con William? Según dice la autora, se os develará el secreto en el tercer libro de la trilogía o saga; La tristeza del Barón. Pero hasta ese día, os dejo con la duda. 

***

Roger Bennett. 
En realidad no sé cómo definirme. ¿Un lobo, un león o tal vez ambos animales? No soy como William o como el estirado de Federith, quizá ni la mezcla de los dos. Lo único que puedo deciros es que tengo treinta años, el día de mañana poseeré el título de Marqués de Riderland y, que a pesar de la insistencia de mi madre por madurar y formar una familia, soy imposible de resistirme a las insinuaciones de esas cálidas esposas que desean yacer sobre mis brazos y de los inquietantes juegos de cartas. ¡¡Lo sé, soy un monstruo!! Pero…¿qué historia me ocultará la autora en el segundo libro de la trilogía? Solo puedo adelantaros el título y cuanto más lo leo, más nervioso me pongo: La Sorpresa del Marqués. 

***

Señora Stone (Hanna) 
Mi labor en la novela La Soledad del Duque es ser la cocinera de este. Bueno, creo que ejerzo muchos más papeles, pero me destaco en este. Conozco a William desde la cuna y he llorado, reído y disfrutado con él sus tiempos mozos. En una ocasión, donde el señor Stone y yo nos sumergimos en una profunda depresión, descubrimos que el duque no solo era nuestro señor sino también nuestro hijo. Así que, desde ese día, a pesar de que su sangre no es la misma que la nuestra, lo protegemos y amamos como si lo fuera. 

***

Señor Stone  (Brandon) 
Para su Excelencia soy el mayordomo principal. Nada de lo que  hace o piensa se esconde para mí. Eso no solo me enorgullece sino que me sitúa en un punto en el que debo velar y proteger dicho vínculo. Al contrario que mi esposa, soy un hombre racional. Siempre utilizo la lógica para llevar a cabo mis funciones, sin embargo, en esta historia, Hanna me ha demostrado que los sentimientos son más importantes que la razón. 

Una escena que abra el apetito:

En este enlace podéis leer el prólogo




Desde LecturAdictiva damos las gracias a Dama Beltrán por la presentación.


1 comentario:

  1. Muchas gracias. Me ha encantado conocer al los personajes de la obra.

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