domingo, 22 de febrero de 2015

El rincón del escritor: Javier Romero nos presenta Préstame tu amor

Ficha del libro
«Todo lo que una persona puede imaginar, otras podrán hacerlo realidad» (Julio Verne)

¿Qué pensarías si te enteraras de que tu escritora favorita no tiene imaginación?
¿Y si alguien te dijera que esa misma escritora crea historias en su propia realidad para poder escribir sobre ellas?
Podría parecer tan sólo una anécdota si nadie te contara que en una de esas historias puedes estar tú y, lo peor de todo, el hombre que amas quizá podría llegar a enamorarse de tu escritora favorita.
Si supieras todo eso, podrías sentir curiosidad por conocer a Elizabeth Deavers y a su álter ego María. Dos mujeres muy distintas y con mucho en común; más de lo que te imaginas.

Adéntrate en las páginas de esta novela y déjate llevar por una preciosa historia de amor, sufrimiento, glamour y, como colofón, una buena dosis de humor.






Los personajes nos hablan de la novela:

Hola, soy María y quiero contaros una preciosa historia de amor. 

Estaba en la cumbre y mi caída fue tan vertiginosa como la ascensión. Perdí mi identidad y me
convertí en lo que ahora soy aunque, lo peor de todo, me di cuenta de que nunca iba a ser capaz de enamorarme. Hasta que conocí a Adrián, un hombre casado y con un niño que salvó mi vida y, al mismo tiempo, me robó el corazón pero, como os he dicho, está casado. Ahora, trabajo en una peluquería y, con veintiocho años, me veo compartiendo piso con dos estudiantes a cual más especial. ¡Es de locos! Mi vecino Arturo me ha descubierto una faceta de mí misma que no conocía y Felipe, bueno, es Felipe. Ya lo conoceréis. Mi vida es un caos pero podría haber sido peor. Si no hubiera sido por Adrián...


***

Sí, os lo podéis imaginar. Yo soy Adrián y esto que llevo puesto no es un disfraz. Yo no estoy tan confundido como María porque lo tuve claro desde el instante en el que vi esos ojos color esmeralda
que me enamoraron. ¿Os lo ha contado María? Pues sí, la conocí cuando le salvé la vida. Estuvieron a punto de atropellarla pero yo fui tan rápido como el Capitán América, el superhéroe favorito de Eoghan. Pero en algo sí que tengo que darle la razón a María; nuestra relación no fue fácil. Sobre todo para mí que parecía que, sin comerlo ni beberlo, tenía la culpa de todo. Y yo, por si no lo sabéis, soy un pedazo de pan. ¡Ah! Tengo treinta y tres años y no me importa decirlo porque se supone que a los hombres no nos preocupa decir la edad que tenemos. Vaya tontería, ¿no os parece? 






Una escena que abra el apetito:

Al dar media vuelta, sus ojos se toparon con los de Adrián que, acompañado por Penélope, salía de la comisaría con la cabeza gacha. En cuanto la vio, su mirada se iluminó y se aproximó a ella en dos zancadas. María esperó la consabida pregunta de “cómo estás” pero él volvió a demostrar que era un hombre diferente a todos los que había conocido.
—Llevo toda la tarde pensando en ti —le dijo mientras le acariciaba la mejilla con su dedo índice—. Me da igual pasar un año en la cárcel si al salir te encuentro.
—Adrián…
—No digas nada, por favor. No sé qué es lo que te pasa conmigo pero me da igual. Tú eres la mujer que yo estaba esperando. Eres la mujer que necesitaba; que necesito.
—Adrián…
Él se giró y dirigió su mirada hacia el lugar que contemplaba María y clavó sus ojos en Penélope que lo esperaba en la puerta de la comisaría.
—No puedo entenderte, Adrián. Me gustas pero lo que no me gusta es lo que estás haciendo.
El gesto de incredulidad del médico no pasó desapercibido para María que se estaba poniendo muy nerviosa al mantener una conversación con Adrián en voz baja delante de la mujer morena y atractiva que los contemplaba en silencio.
Aunque el amor se acabe, no entiendo cómo ella puede permanecer impasible, pensó María que no sabía si compadecer a Penélope o intentar comprender por lo que estaba pasando. Quizá ella hubiera asumido la pérdida de su marido pero siguiera junto a él por Eoghan. Y eso, ¿dónde la dejaba a ella? No se veía capaz de compartir a un hombre con otra mujer y mucho menos si había un hijo de por medio al que, por si fuera poco, había cogido mucho cariño.
—No estoy haciendo nada malo, María. Quiero tener una oportunidad contigo. Quiero demostrarte que puedo hacerte feliz.
—No quiero compartirte con nadie —explicó María con un hilo de voz—. No me parece justo.
—No hay nadie más —aclaró él que intentó abrazarla aunque ella le puso la mano en el pecho para separarlo—. Hubo alguien pero la llama del amor se apagó. Ahora vuelve a arder y tú eres quien la ha prendido



Desde LecturAdictiva damos las gracias a Javier Romero por la presentación.






3 comentarios:

  1. Javier sabe transmitir su propio encanto personal a cada uno de sus personajes.

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  2. Muchas gracias por esta magnífica presentación.

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  3. Tiene muy buena pinta. De Javier aún no he leído nada, me llega en unos días "Ódiame y yo también te querré" y este lo tengo en la lista como futurible, espero que antes de lo que creo, porque con esta presentación me han entrado más ganas aún de leerlo.

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